Jaime Escobar Herrera


No hay un deporte que despierte más sentimientos que el fútbol. Cuando encendemos el televisor nos muestran programas de opinión de comentaristas especializados, partidos en vivo desde diferentes lugares del mundo, repeticiones de jugadas destacadas en cada partido, revistas en todos los idiomas, programas de internet anunciando en vivo los distintos acontecimientos del mundo del balón. En los diarios de circulación masiva, aún se guardan varias páginas para consignar las fotografías y los textos de la noticia futbolera del día. El tema del balompié seguirá siendo comidilla de la tertulia de café, de la esquina del barrio, del trabajo y en la casa, es opinión apasionante para niños y adultos; es difícil encontrar a un ciudadano sin identidad hacia una divisa, ya sea nacional o internacional. Los menos aficionados solo se motivan con la selección nacional y asumen un compromiso similar al hincha apasionado.
Manizales, nuestra bella ciudad, no se escapa a este fenómeno y tenemos historia para contar. Nuestro equipo ha pisado gramados emblemáticos, enfrentando a varios de los grandes y a figuras que se destacan en el panorama mundial. De igual manera, nuestro estadio ha sido visitado por equipos que dejaron consignado en el recuerdo de los asistentes, las gambetas de figuras rutilantes del balompié. El Once Deportivo en el año 1945, el Deportes Caldas en 1948, Deportivo Manizales en 1958 y el Once Caldas en 1960. Cada uno en su época y con sus logros, dejó a su paso satisfacciones y alegrías que aún perduran. Pero la actual situación del equipo local preocupa, no tanto por la posición en la tabla, sino por el estilo de juego. El Once de ahora no juega como el equipo del pasado, el cual se identificaba con el buen fútbol y el excelso manejo del balón, independiente de su posición en el rentado.
Conozco de las buenas intenciones de los actuales directivos del equipo, pero de igual manera llamo a una respetuosa revisión de sus decisiones deportivas, donde acumulan un numeroso campo de desaciertos y equivocaciones. ¿Por qué Carlos Gómez Escobar, Eduardo Gómez Arrubla, Silvio Gutiérrez Botero, Jairo Gómez Chica y Jairo Quintero Trujillo entre otros, sí lo lograron? No hemos vuelto a traer jugadores de la talla de Roberto Mirabelli, Carlos Antonieta, los arqueros Ricardo Navarro, Troilo, Munuti y Juan Carlos Henao. Otros como el maestro Walter Gómez y Óscar Barreto de nacionalidad uruguaya, el boliviano Ugarte, Juan José Demario y Sergio Sierra, Pipa Botero, Óscar Lopez y Chalo González; Nicolás Lobatón, Prospiti, Palavecino, Sergio Galván y Osvaldo Pérez; Dante Lugo y el Lobo Fisher, el pecoso Fernando Castro con la mejor proyección como jugador y director técnico. Ávila, Padin y el lituano Vitatutas de la mano de Alfredo Cuezo, merecen páginas de oro en el fútbol profesional de la ciudad. Luis Fernando Montoya le brindó una estrella más al equipo blanco y escribió con letras de molde sus triunfos en el paso por Manizales.
Todo este ejercicio deportivo sirvió de germinador para la más prolífera escuela del periodismo deportivo, con pioneros como Carlos Arturo Rueda y Gabriel Pineda González. Los decanos José Fernando Corredor y el maestro de maestros Javier Giraldo Neira, con alumnos destacados como Esteban Jaramillo, César Augusto Londoño, Carlos Antonio Vélez, Mario César Otálvaro, Ricardo Henao y Ricardo Orrego, quienes enquistaron sus sueños profesionales mirando en el viejo Estadio Palogrande a los ídolos que inspiraron la noble tarea de informar y transmitir los acontecimientos y emociones que hoy vibran en los templos del fútbol.
Pero despertemos del sueño y volvamos a la realidad, Manizales requiere de un equipo de balompié profesional a la altura de nuestro pasado. Es un reto para la nueva dirigencia; no caigamos en la política de evitar el descenso, eso indica el perfil del nuevo estratega. Proyectemos un equipo para disputar los puestos de vanguardia. Manizales lo merece y su afición lo espera; soñar con el pasado es un recuento que muestra como si se puede. Utilicémoslo como referente para entender como ayer, directivos, técnicos, jugadores, afición y periodistas, posicionaron el equipo de Manizales con un estilo inconfundible y donde a pesar de algunas limitaciones, hicieron brillar con luz propia el onceno local. Ojalá el año próximo sea.
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