Empiezo por declarar que voté por Iván Duque para la Presidencia y, tal vez por ello, quienes me lean anticipen que por esa causa no concluyo, como deducen muchos otros, que hizo un mal gobierno. El presidente Duque, con el apoyo del Ministro de Salud Fernando Ruiz Gómez y la red hospitalaria, supo enfrentar la pandemia y salvar la vida de miles de afectados y especialmente evitar el contagio de muchísimos más con un buen plan de vacunación y, con todo su equipo especialmente los ministros de Salud, de Hacienda José Manuel Restrepo, de Vivienda Jonathan Malagón, de trabajo Ángel Custodio Cabrera, de Educación María Victoria Angulo y Carlos Holmes Trujillo en varias carteras, muerto por covid en enero de 2021, con el apoyo del ejército y la policía, tomar las medidas oportunas para auxiliar a las empresas, a los trabajadores y a las personas más necesitadas. Resulta evidente la mala memoria o el interés político, el silencio frente a la ardua labor de cubrir la ineficiencia de los hospitales para enfrentar la exigencia impuesta por la pandemia, pues era notorio que, no solo Colombia, el mundo, no estaba preparado. El gobierno de Duque cumplió y evitó un daño mayor. La pandemia cubrió 30 meses de los 48 del gobierno saliente y aún no se ha ido, solo que ahora estamos vacunados y preparados. Gracias presidente. Como si fuera poco, con todo y pandemia el mandatario logró un crecimiento del 10,6% en 2021 y 6,3% en 2022. Entregó puentes, túneles y muchos kilómetros de carreteras y, si bien algunas de esas obras ya estaban programadas o iniciadas como lo recuerda el Dr. Vargas Lleras, él las terminó y entregó. Se la jugó con el aeropuerto de Palestina que prometió inaugurar al final de su mandato, no fue posible por incumplimientos del contratista, pero deja la obra adelantada y financiada, ojalá que la maldición que rodea la obra o la intervención de caldenses con poder que, en condiciones de poner el hombro la obstaculizaron, no impidan su terminación.
El nuevo presidente, Gustavo Petro, presentó en su campaña un plan muy ambicioso, difícil de lograr e imposible en cuatro años, cómo que aspiran a gobernar veinte o más años. Su comportamiento es el de un caudillo: Posesión multitudinaria llenando plazas y calles en Bogotá y otras ciudades. Arrogante su primera orden: “Cómo presidente de Colombia ordenó que traigan la espada del libertador Simón Bolívar…”. Cierto que el presidente saliente se había negado a trasladarla, pero la actitud es manifiestamente soberbia y castiga a los invitados con treinta minutos más de espera bajo un sol calcinante y, no lo digo por sus seguidores que siguen bailando en las plazas o invitados que esperan puesto, sino los representantes de gremios y especialmente presidentes de otros países amigos. Bolívar es nuestro libertador, pero su espada no es un símbolo patrio. El solo anuncio del recaudo que esperan efectuar con la reforma tributaria, que los expertos esperaban no sobrepasara los veinte billones asusta. Cuando además se avisa que se renuncia a ingresos ciertos como los de la extracción de petróleo o gas mediante el fracking y, se les sustituye con gravámenes al patrimonio y a las rentas de los contribuyentes. La determinación de gravar las pensiones es arbitraria, porque no atiende las necesidades de la persona gravada que, puede no tener otro ingreso y en ocasiones carga con obligaciones que asumió contando con ese monto. La jubilación señala mayoría de edad y con ella, la dificultad o imposibilidad de buscar un ingreso adicional, sin olvidar que es un ahorro que hace el empleado o el trabajador para cubrir sus necesidades cuando llegue a una edad no productiva.
Les propongo a los lectores que hagan de jueces: En EE. UU. un asesino que disparó contra tres acompañantes y en la huida contra dos gendarmes, fue herido y perdió la movilidad; pidió la eutanasia y se la concedieron, pero esa decisión está sujeta a la resolución de un recurso por el que se alega que debe pagar la pena que se le imponga por los delitos cometidos que, frente al daño que causó debería ser la pena de muerte. A simple vista parece una necedad. ¿Usted qué haría? ¿Le otorga la eutanasia, que es una muerte tranquila prevista en beneficio del paciente para aliviar el dolor, o la niega para adelantar el proceso y, sin desatender el tratamiento médico, recibir el castigo por los graves delitos cometidos?
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