Somos iguales, así lo pregona la Constitución (art. 13) y, así debería plasmarse en la realidad. Durante siglos el mundo fue de los hombres y no obstante la educación y los logros el trato igualitario a las mujeres demoró. Poco a poco han ido avanzando en sus justas aspiraciones mas aún no se logra un real reconocimiento a la igualdad; se debe hacer la tarea con pasos seguros (aquí no cabe seguras, porque debería decir pasas seguras que es otra cosa). Es que no puede derogarse todo por ser obra de los hombres, ni radicalizarse y no aceptar la igualdad.
La radicalización conduce a exabruptos como solicitar una Constitución para “chicas”, petición que en España la ministra Carmen Calvo le hizo a la RAE para que realizara una redacción incluyente, los académicos (y académicas) respondieron que estaba bien redactada.
No deberíamos perder el tiempo en denominaciones innecesarias que no aportan a la igualdad, por ejemplo que deba decirse jubiladas y jubilados, cuando con la última acepción se entienden ambos, los ejemplos reiterativos son muchísimos: colombianas y colombianos, diputados y diputadas, pongamos nuestro interés en los hechos que en realidad traen desigualdad: la educación, el acceso a empleos o a la administración pública y remuneración debe ser inmediata en condiciones iguales, que a veces no se dan por la demora en reconocer el trato igualitario. Algunos asuntos tardarán más pero démonos tiempo, por ejemplo no pretender que en forma inmediata nuestras futbolistas tengan la misma remuneración que los varones, porque estos tienen más experiencia y producen más ingresos, el tiempo podrá variar o no esta condición, depende de los resultados. Debemos darnos prisa pero no saltarnos las etapas, con la educación llegarán las demás como se aprecia en todas aquellas carreras a las que se accede por méritos pues allí no cabe ninguna discriminación, pero por lo mismo la igualdad no será numérica.
El feminismo, que finalmente es una ideología, no incluye a todas las mujeres, pues muchas no lo asumen, por suerte, porque a veces toman lo peor de los hombres para avanzar. No es una guerra aun cuando lo parezca, pero sí grandes y pequeñas batallas que se ven reflejadas en la búsqueda de la igualdad que no siempre es numérica. Varias veces he señalado que en la rama judicial impera la igualdad, en números y en jerarquía, pero no es solo en esa actividad; el pasado 26 de enero el fascículo “Lecturas” del diario “El Tiempo” trató de las obras de seis autoras de diferentes nacionalidades y un solo escritor y, eso, desde luego, es un síntoma, un buen síntoma, del progreso de la mujer. Lo vemos también en el deporte con sobresalientes logros y presencia multitudinaria sin necesidad de una ley paritaria, y también en la administración como lo demuestra el gabinete del presidente Duque. Los empleos en los que rige la elección popular seguirán dependiendo del voto, pero allí también de a poco han llegado las mujeres, como lo evidencian la Vicepresidencia de la Dra. Marta Lucía Ramírez, la Gobernación de Dilian Francisca Toro y la Alcaldía de Claudia López.
En declaración al diario “El Tiempo” el 26/01/2020, la Dra. Gloria Stella Ortiz Delgado, presidenta de la Corte Constitucional, otro ejemplo de los logros de la mujer, resalta como ejemplar muestra de igualdad, la decisión de ese órgano que permitió a una mujer ser la portera de un equipo de fútbol masculino; a mí me parece un adefesio, por ese camino llegaremos a los equipos mixtos, que están bien para entretención en “los picaos”, pero no para la competencia en donde se imponen la habilidad y la capacidad física. Me imagino la que se armaría si un equipo femenino de fútbol para una competencia alineara un varón en la portería. El derecho a la igualdad, que es muy importante, aun cuando incluya también pequeñas conquistas, no debe distraerse en pantallazos.
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