Esta historia comenzó cuando un pequeño grupo de colombianas (todas del Eje Cafetero, como yo) me invitaron a que hiciéramos juntos, a pie, “El camino de Santiago”. Puestos de acuerdo, el 26 de junio de 1999 María Elena y Soffy Saavedra, Olga Medina, Vicky Román y Jaime Enrique Sanz iniciamos en Roncesvalles el llamado camino francés que habría de conducirnos a Santiago de Compostela luego de recorrer 802 kilómetros.
Del camino de Santiago se dicen muchas cosas, en especial, que el apóstol visitó Hispania, que la ruta Jacobea es en parte el recorrido de su apostolado: Lo cierto es que en el año 813 (algunos dicen del 820), bajo el gobierno de Alfonso II “El Casto”, un pastor de Gaelecia llamado Pelayo, donde ahora está situada Santiago de Compostela dijo haber visto la luz de una estrella. Teodomiro, obispo de Iria Flavia ordenó desbrozar el monte, encuentra un arca de mármol y revela que allí están los restos del Apóstol. Santiago el mayor, hijo de Zebedeo, después de evangelizar lo que actualmente es Europa fue decapitado en el año 42 por Herodes Agripa en Jerusalén, pero los discípulos robaron sus restos y en un viaje marítimo de 7 días lo llevaron a lo que hoy es la Ría de Arousa para cumplir la tradición o rito, según el cual, los apóstoles debían ser sepultados donde predicaron.
El descubrimiento y algunos otros hechos como la presencia del Apóstol en un corcel blanco, al lado del rey Ramiro I de Asturias, frente a los musulmanes hicieron nacer el mito en unos pueblos carentes de un verdadero liderazgo y se inicia la peregrinación. En el siglo X, por distintos caminos toda clase de gente, por pueblos, abadías, santuarios y ciudades acuden a Santiago, y con ellos crece la Basílica que después de agregados y reconstrucciones, el maestro Mateo levanta un nuevo templo y con él el inimitable pórtico de la gloria. Como dijo Goethe “Europa se hizo peregrinando a Compostela”.
Iniciada la marcha, los cinco peregrinos caminaremos cada fin de semana. En dos días, hacemos Roncesvalles-Zubiri-Pamplona y luego en otra jornada Pamplona-Puente la Reina-Estella, antes pasamos por la Ermita de nuestra señora de Eunate (cien puertas en eusquera) construida en el siglo XII por los caballeros templarios siguiendo el mismo diseño octogonal del templo de Jerusalén, las inscripciones de las piedras y su destino siguen siendo un misterio hay quienes sostienen que cada una de la puertas octagonales apunta a los centros templarios.
Algunos hacen el camino por peregrinación o el cumplimiento de una promesa, otros por ejercicio o recorrido turístico; yo aún no sé por qué lo hago, solo sé que estas etapas me dan un poco de introspección, me ayudan a meditar, pero también siento un poco de aire peregrino y, desde luego, así mismo hago ejercicio y conozco, un poco de todo entonces.
El domingo siguiente debemos hacer un nuevo tramo, caminamos Los Arcos-Viana, al llegar a este pueblo nos enteramos que están de fiesta y nos vemos en el lugar equivocado, ataviados para caminar entre personas amanecidas y alicoradas, el camino cruza por una calle empalizada para el encierro y cuando nosotros caminamos por ella sueltan las vacas, menos mal que no son toros y menos mal que un vecino piadoso nos abre un portal para abrigarnos. 
Pasamos por Logroño, capital de La Roja (y de los vinos), y luego Navarrete, regresamos en carro a Pamplona, muy cansados pero contentos. El camino ahora se nos dificulta porque estamos cada vez más lejos de la sede que es Pamplona. Continuamos a Nájera, Santo Domingo de la Calzada, con una hermosa catedral, en cuyo interior se exhiben en una hornacina dos gallinas vivas que de vez en cuando cantan y recuerdan un milagro del santo, al que se refiere el refrán “Santo domingo de la calzada donde cantó la gallina después de azada” (El jefe de policía a quien el Santo argumentaba la inocencia de alguien a quien incluso habían colgado, contestó: bajaré al detenido el día que ésta gallina cante. Se refería a la que se aprestaba a comer, y he aquí que la gallina cantó y… el inocente recuperó la vida).