Lo señalo ahora expresamente y con mayúsculas, aun cuando quienes me conocen lo tienen entendido desde hace muchos años y, algunos más, de la lectura de mis columnas publicadas en “La Patria” en las que he defendido la vida del que está por nacer y los cuidados paliativos en lugar de la eutanasia.
Hago la manifestación porque ahora se presume bien posicionado el progresista, y retrogrado ser conservador. Resulta curioso examinar, por ejemplo, la forma cómo se denominaron los distintos grupos, para el debate político que se vive en éste momento. Una formación dijo ser de centro-centro, no obstante que algunos de ellos, concretamente Humberto de la Calle y Juan Fernando Cristo venían de representar al partido Liberal, centro-izquierda, en la anterior votación presidencial; Alejandro Gaviria se precia de serlo y, mucho más de lo mismo el Nuevo Liberalismo revivido y al final Robledo, alguien cercano a la extrema izquierda que, ellos la dejan solo para Gustavo Petro. Mientras que al grupo que compite con ellos el centro le agregan de derecha y al Centro Democrático de extrema derecha, cuándo, actualmente gobierna respetando todas las reglas democráticas. Lo cierto es que en estas primeras elecciones la centro derecha dio un paso adelante con mejores candidatos o porque los electores entendieron que el centro-centro indica falta de compromiso, esto es, como diría Serpa, “ni chicha, ni limoná”.
A los mayores de ahora nos tocó vivir la violencia liberal–conservadora, por suerte también el frente Nacional con el que los partidos tradicionales pusieron fin a sus violentas disputas. Esos años de paz aliviaron por un tiempo las disputas por el poder, pero la partija entre los partidos tradicionales dejaba por fuera muchos grupos que, con razón, rechazaban el reparto, se hicieron fuertes y conformaron importantes movimientos políticos.
El paso por el Frente Nacional nos llevó a los conservadores a votar por Alberto Lleras y Carlos Lleras, mientras los liberales lo hicieron por Guillermo León Valencia y Misael Pastrana. Luego entraron en el juego políticos liberales y conservadores con distintos apoyos de disidencias de ambos partidos, pero al conservador Álvaro Gómez Hurtado le mantuvieron el mote de sectario y no le permitieron gobernar; tras su muerte violenta vino a recibir los reconocimientos que le negaron en vida. El Frente Nacional rebajó por un tiempo la intemperancia y los candidatos eran ungidos con el apoyo de distintos grupos, hasta cuando apareció Álvaro Uribe como disidente liberal y, presidente, con el apoyo del partido conservador y, puesto que en su política prevalecía el orden y la persecución de la violencia de extrema izquierda, sus seguidores lo somos de derecha que algunos tildan de extrema, aun cuando el partido de Uribe, el Centro Democrático, gobierna ajustándose a la Constitución y la ley.
Todo lo anterior para decir que voté en el “Equipo por Colombia” por Federico Gutiérrez y, con ello que me consideren de derechas, en donde siempre he estado, sin perjuicio de que me tachen de “facha” porque en la izquierda se toman el derecho de asignar nombres despectivos, como ya hizo una columnista de este periódico, que dio en llamar al candidato del equipo por Colombia: “Federico Gutiérrez alias “Fico””, cuando es un diminutivo familiar, o cuando Petro nos llama fascistas o nazis. Eso es lo que tenemos.
Si quieres ser de derechas prepárate para que te reprueben o te asignen conductas que estás lejos de tomar o hagan parecer como perversas las que asumas, como, por ejemplo, si estás contra el aborto, no defiendes la vida, sino que estás contra los derechos de la mujer; si estás contra la eutanasia, no le ayudas al enfermo terminal a morir dignamente, cuando al tiempo defiendes los cuidados paliativos, que le permiten morir sin dolor. Si tomas éste camino, acepta impertérrito que otros te califiquen. Yo, en todo caso no tengo escapatoria, porque, además, creo en Dios, me bendigo al acostarme y al levantarme, escucho el evangelio y prefiero las homilías del papa o de monseñor Rueda a las peroratas de Petro y sus seguidores que, por más que persigan disfrazarse de demócratas, siempre se les verá la enmendadura, como quien dice: “Aunque se vista de seda…”. Tengo buenos amigos a mi izquierda y, desde luego, hay allí directivos capaces y demócratas que no dejarán que Colombia caiga en manos de extremistas.
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