Por las encuestas ya se anticipaba que habría segunda vuelta en la elección de Presidente de la República, evento que se cumplirá en pocos días, el 19 de junio, entre los candidatos Gustavo Petro, quien tuvo la más alta votación (40%) y Rodolfo Hernández quien le siguió con el 28%, por encima, ciertamente del candidato Federico Gutiérrez a quien muchos creíamos el más indicado para vencer a Petro, por sus ideas, pero también por las intenciones de voto. No fue así sin embargo y, el resultado nos obliga a concurrir al nuevo evento electoral apoyando al candidato Rodolfo Hernández, pues, para muchos, entre quienes me incluyo, la consigna es derrotar al candidato de extrema izquierda. Suena mal, pero es la pura realidad.
Si el programa de este candidato incluye acabar con la propiedad privada y con los ingresos de la explotación petrolera; si la consigna es un indulto amplio, estilo Farc, a los alzados en armas, debemos impedir con nuestros votos la implantación de una nueva Cuba, o una nueva Venezuela. De pronto lo que ocurrió con la elección de Duque hizo pensar que las mejores posibilidades de triunfo se obtendrían con un candidato joven con antecedentes en la gestión pública, mas no fue así, el pueblo no votó por Federico porque le asignaron el mote de más de lo mismo y el agregado mentiroso de ser candidato de Uribe, al que la izquierda ha convertido en el enemigo a vencer, con razón, puesto que en su gobierno persiguió y agotó a las guerrillas de extrema izquierda que amenazaban tomarse el país con las armas.
La suerte está con nosotros, si el segundo en votos hubiese sido Fico, los seguidores de Hernández no le habrían acompañado en la segunda vuelta, mientras que, Federico Gutiérrez lo primero que hizo, al reconocer su derrota, fue pedir el voto para quien le había vencido en la primera vuelta; además a este no le cabe la consigna de ser continuista y uribista, con la que se persiguió a Fico. No ganamos, pero lograremos frenar a Petro y sus programas, así sea aparentando no oír algunas de sus alocuciones y algunas de sus propuestas que, esperamos no sea aprobadas en el Congreso.
Hasta aquí este capítulo que al parecer sacamos adelante por los pelos, pero que nos permite un respiro y ocuparnos de temas que nos sean amables y más propios. Esto de ocuparnos de asuntos políticos, sin serlo, termina siendo desagradable, pero tampoco podemos olvidarnos que el resultado de un debate electoral nos toca a todos y también podemos buscar el mal menor. En la antigua Grecia un pintor famoso tenía la costumbre de exhibir sus obras en el ágora para, disfrazado, escuchar los comentarios que los atenienses hicieran de ellas. En una ocasión frente una pintura que mostraba un grupo de senadores discutiendo, un conocido zapatero señaló que el pie de uno de ellos estaba mal dibujado y explicó el porqué; el autor entonces bajó el cuadro y corrigió el error. El autor de la crítica se hizo famoso y, envalentonado, frente a otro cuadro del pintor dio en criticarlo por supuestos errores, hasta que el pintor, hastiado y molesto, se despojó de su antifaz, defendió su obra y mirando al crítico le dijo: “Zapatero a tus zapatos”. Me despojaré pues de la condición de politiquero y solo me ocuparé de hechos ajenos a esa profesión, que no es la mía. Y, si gana Petro, Dios nos ampare, recordaremos a Uribe.
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