Gonzalo Gallo


Adrian era un joven que nació en una familia opulenta y en la que los lujos y el derroche eran el pan de cada día.
Era el menor de tres hermanos y desde niño sentía que ese no era su lugar y que no encajaba en esa familia.
No le gustaban la apariencia, las modas y estar usando siempre lo que más costaba y era de marca.
Sus hermanos y amigos se burlaban de él y le decían: “No seas tonto, aprovecha. Millones quisieran estar en tu lugar”.
Sintió alivio cuando lo enviaron al extranjero a estudiar y entonces pudo vivir con la sencillez que deseaba.
Aprendió a meditar y encontró un buen guía espiritual que le habló del plan del alma que había hecho antes de encarnar.
Entendió que su familia era perfecta para su aprendizaje, dejó de juzgar y aprendió a mirarlos con amor.
En unas vacaciones decidió vestirse como un mendigo y estar con gente pobre en la calle como uno de ellos. Estaba feliz. Allí murió tranquilo cuando un carro lo atropelló. Muchos cambiaron por él.
@gonzalogallog
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