La tercera década del siglo XXI será motivo de muchas conmoraciones en la bella ciudad de Manizales.  El arribo de los años 20 del siglo pasado, engalanaba la ciudad como la perla del Ruiz y una de las capitales más dinámicas y de mayor crecimiento en el occidente colombiano; una ciudad que jalonaba el progreso del recién creado departamento de Caldas.  Por aquella época contaba la ‘city’ con bancos de nombre extranjero y una elite dispuesta a poner este terroncito de tierra en el concierto nacional e internacional.  Para ello, se habían iniciado dos proyectos de infraestructura colosales y faraónicos, la construcción del cable aéreo Manizales-Mariquita y del ferrocarril del Caldas. De estos emblemáticos proyectos quedan las bellas estaciones como símbolos de pujanza y grandeza que tuvo la ciudad.  Para la época, contaba Manizales con una producción de cine, digna de las urbes más sofisticadas; el cine sirvió de maquina difusora, en formato mudo, de la grandezas y proezas de la comarca.  Manizales city, cinta producida por la Manizales Film Company y dirigida por Félix Restrepo, nos recuerda en un sinnúmero de escenas de la época, la grandeza de Manizales, sus monumentos, la caridad de sus gentes, los incendios, pero en especial su deseo de modernización. (https://www.youtube.com/watch?v=dIz1rdR83io).
 Uno de los proyectos que contribuyó de manera significativa al desarrollo regional fue, sin duda, la puesta en funcionamiento del Cable Aéreo Mariquita-Manizales, obra que inicio operaciones un 5 de febrero de 1922, con una gran celebración en la Estación Camelia de Manizales, hoy Escuela de Arquitectura de la Universidad Nacional, sede Manizales. El Cable Aéreo, que llego a ser el más largo del mundo en su época con 72 kms de recorrido, fue una obra monumental, que implicó el despliegue de ingenio propio y del venido de otras comarcas, liderado por el ingeniero James Lindsay.  Para sortear las dificultades de nuestra agreste, pero hermosa topografía, se construyeron 22 estaciones que surcaron la cordillera Central de los Andes Colombianos, pasando de los 500 msnm en Mariquita, llegando el páramo sobre los 3.500 metros de altura y descendiendo a 2.150 en Manizales.  Los nombres de las estaciones están repletos de poesía, naturaleza y leyenda: Manizales/Camelia, Buenavista, Miraflores, Papal, La Esperanza, Laguneta, Cajones, Sorbetonal, Toldaseca, Yolombal, Frutillo, La Soledad/Herveo, Cedral, Angulo B, Angulo A, Holdon, La Picota, Campeón, Fresno, Aguas Claras, San Diego y finalmente Mariquita, donde la mercancía era almacenada y transportada al puerto de Honda y la Dorada sobre el río Magdalena.
 El sistema del Cable aéreo conectaba, en lo que hoy se llaman sistemas multimodales de transporte, el occidente con el centro del país, haciendo una transversal que ligaba los sistemas ferroviarios del pacífico con los del Magdalena.  Toda una visión estratégica de desarrollo, de movilidad.  El Cable funcionó por cerca de 50 años, hasta que fue desmontado en 1967, por las mismas decisiones absurdas que llevaron al desmonte de los ferrocarriles, de la pérdida de navegabilidad del río magdalena y  de otros medios de transporte que nos han puesto a depender del diésel y los camiones de carga, en una infraestructura vial ligada exclusivamente a las carreteras para movilizar la carga al interior del país y conectarnos con los mercados globales.
 Para conmemorar los 100 años de tan importante obra, se han diseñado dos proyectos que permitan contribuir no solo a recuperar la historia y la memoria, sino proyectarnos al futuro como región.  De un lado, la Universidad de Caldas en alianza con la Universidad Nacional sede Manizales, llevará a cabo la Misión Científico-Social en el área de influencia del antiguo cable, una región rica en biodiversidad, paisajismo, tradiciones y patrimonio; la misión se adelantará, inicialmente, durante los años 2022 y 2023 y busca aportar información valiosa para el desarrollo local sostenible.  Igualmente, los municipios de Mariquita, Fresno, Herveo y Manizales, con apoyo de varias instituciones, vienen organizando un festival que permita, anualmente, conmemorar el hecho y reconocer nuestra identidad común, que aún sigue siendo tejida por el cable aéreo.