En Manizales se le conoce como la “Torre del Cable” pero también se le llama “Torre 20” o “Torre de Herveo”. No creo que exista un solo manizaleño que no la haya cruzado al menos desprevenidamente, y eso sin contar los miles de visitantes y turistas que a diario pasan por allí. Después de que el cable penosamente dejara de operar (1967), su infraestructura pasó a manos de Ferrocarriles Nacionales y luego a la Universidad Nacional y a la Chec.
Marcelo Villegas, Rafael Mejía y Jorge Eduardo Arango, quienes habían cursado estudios de arquitectura en la Universidad Nacional, pasaron por Herveo viendo con preocupación cómo la majestuosa obra comenzaba a desvencijarse, y tuvieron la idea de preservarla. Desmontarla, trasladarla, limpiarla y reinstalarla costaba plata ($5.500.000 de 1978); fue entonces que apareció Roberto Uribe Duque, para la época gerente de la Corporación Financiera de Caldas.
Ante la inexistencia de cursos de altura se pidió el apoyo del reconocido alpinista Luis Fernando Toro Jaramillo, mejor conocido como “Bis”, quien les enseñó a estos emprendedores patrimoniales cómo subir y bajar de la torre. (“Bis” murió trágicamente el 10 de enero de 1986, mientras sobrevolaba en un helicóptero el nevado del Ruiz).
Para 1982 el líder del equipo, Marcelo Villegas, contrató al experto en infraestructuras José Miguel Castaño, y a trabajar se dijo. Palo por palo se desmontaron y cargaron, como en un viacrucis, sobre los hombros de los avezados altruistas las partes de la icónica torre, un rompecabezas de 1.500 fichas y 5 toneladas de herrajes que requerían, en palabras de Marcelo Villegas, una “codificación vectorial” para evitar que se trocaran.
Las preciadas piezas fueron trasladadas en un viejo camión (Ford azul: WE 5685) propiedad de Jairo Giraldo Arenas desde Herveo hasta el sector del Sacatín de la Universidad Autónoma de Manizales, donde limpiadas del alquitrán partieron posteriormente hacia la ciudad de Cali, y allí fueron sometidas a un proceso de inmunización. El 85% de la madera pudo ser preservada, y su armado y emplazamiento comenzó al frente de la consentida sede de Arquitectura de la Universidad Nacional, donde se oficializó su nuevo hogar un 5 de enero de 1984.
Cuenta el Maestro hervense Belisario Antonio Gómez Castro (“Herveo a través de su historia”) que la torre en madera fue una idea original de los ingenieros Francisco Fajardo y Jorge Robayo, construida in situ con barrenas y sierras manuales, y que para 1917 ya estaba lista. Aunque era provisional, quedó tan buena que la dejaron definitivamente y funcionó sin problema por 50 años.
Recientemente, el distinguido historiador de la Universidad de Caldas Luis Fernando Sánchez Jaramillo, en compañía del presidente de la Academia Caldense de Historia Ángel María Ocampo Cardona, escribieron el libro “Cables aéreos de Caldas…una historia”, sin duda la principal obra sobre los cables de nuestra región. A ésta han de sumarse como fuente imprescindible de consulta la ya citada del maestro Belisario Gómez, y la novela de Jaider Muñoz Londoño (“El corazón del miedo”).
La Torre del Cable, Herveo o 20, fue la única de madera hecha con materiales (cedro, abarco, comino y laurel), ideas y mano de obra de la región, cuyo propósito era garantizar el funcionamiento del cable en una época donde no existían vías, electricidad, trenes ni computadoras; pero sí ganas, arrojo y la decisión de hacer cosas grandes para superar la adversidad.
Don Marcelo Villegas, Rafael, Jorge Eduardo, Roberto, José Miguel, Luis Fernando, Mr. James, Francisco y Jorge Robayo y todos los demás, ¡qué berriondos!, gracias por la lección y por este monumental regalo patrimonial para la memoria de nuestra región.