Flavio Restrepo Gómez


“La mentira y el engaño tienen fecha de caducidad. Al final todo se descubre…”.
Mentir, esa costumbre indigna, con la que muchos creen poder vivir impunemente, no merece consideración alguna. La mentira es la deformación de la realidad, para presentar hechos ocurridos, como historias que pasen los cedazos de la vida diaria, sin vergüenza alguna, para obtener el compulsivo y pasajero placer del vicio en que se convierte, cuando se presenta con cinismo y sin vergüenza, como la “verdad” de un hecho, con el que se puede sorprender a algunos, encantar a otros o engatusar incautos.
Su antónimo es la verdad. A la alharaca de la primera, se opone la discreción de la segunda. Porque la verdad siempre ha sido recatada, digna, no hace escándalo, no necesita reinventarse a diario. Su contraria, la mentira, es muy habladora, tiene comienzo, pero no fin, es una costumbre considerada “piadosa” por algunos, aunque carezca por completo de esa característica.
La mentira es un engaño; sinónimo de estafa, embuste, fraude, falsedad, falacia, farsa, ardid, burla, chasco, dolo, fingimiento o falsía. Puede pasar inadvertida y cínica algún tiempo, hacer alarde de su perfidia otro; ser admirada por cómplices, pero es aborrecida por verdaderos amigos. La mentira siempre queda al descubierto. Le llega el día en que impúdica, pasa desnuda y deforme, corriendo cobarde como lo que es, la representación de un mal que es grotesco y mal hilvanado. Corre a esconderse, porque carece de la dignidad como compañía; no la acolitan la buena honra, es despreciada por las buenas costumbres.
Sobre ella se han escrito fábulas, reconocidas por su mensaje claro, de la falta de bondad que tiene, de la suerte final que le corresponde que no otra que la deshonra. Está la escrita por Esopo un clásico de la literatura universal. Esopo la escribió en su obra como la fábula 69, todo un clásico de la literatura: https://www.tucuentofavorito.com/fabula-del-pastor-mentiroso-fabula-de-esopo-para-ninos/.
También lo hizo nuestro inolvidable escritor Rafael Pombo, un clásico de cuentos de infancia que nunca pierde vigencia: (https://www.guiainfantil.com/articulos/ocio/fabulas/pastorcita-fabulas-cortas-de-rafael-pombo/).
Jean de La Fontaine un abogado, del siglo XVII, perteneció al destacado grupo literario-filosófico francés en el que figuraban los dramaturgos Molière, Racine, y el crítico y poeta Nicolas Boileau-Despréaux. Escribió su colección de fábulas, otro clásico entre 1668 y 1694. Es famosa y bella la que habla del engaño y la mentira: "Le Corbeau et le Renard". (https://www.slideshare.net/JoaqunRodguezMartnez/el-zorro-y-el-cuervo-jean-de-la-fontaine).
Y hay muchas más, con las que se podrían llenar páginas enteras sobre la mentira. En nuestra época, no ha dejado de ser tema recurrente, ante la necesidad de mostrar que no es una costumbre loable: “La mentira de boliche”, (https://www.guiainfantil.com/articulos/ocio/fabulas/la-mentira-de-boliche-fabula-moderna-para-ninos/).
Léalas, no pierde algo y puede compartirla con sus amigos de verdad o contarla a sus hijos, para que aprendan con lecciones simples, el valor de la verdad y la desastrosa costumbre de ser mentiroso. Porque la verdad se defiende sola, no necesita artimañas, carece por completo de la posibilidad del engaño como medio loable; es una virtud que debe cultivarse, porque es la que nos hace libres y dignos. Siempre está al lado de la razón, a quien tiene como su mejor compañía.
La mentira, es una costumbre malsana, que de venial no tiene nada, con la que se logran engañar personas, estafarlas con sentimientos de impunidad y sin asomos de vergüenza. La utilizan los mentirosos y sus aliados, los cómplices, esos que creen que es loable, cuando utilizada para engañar. Es un atrevimiento infame con el que se distorsiona la verdad, para obtener lucro indigno, logrando con ella ocasionalmente tergiversar los hechos y falsear la realidad, burlándose de la dignidad, de la honra, de la decencia, del honor y la ley.
Sus cimientos son tan endebles, que se derrumban con el primer remezón, pero no dejan de hacer daños irreparables a la sociedad y a las personas, a todas las ramas del andamiaje sobre el que se levanta un país, incluida La Justicia, a la que engañan sin vergüenza alguna, para obtener beneficios y reparaciones que no se merecen y a los que no se tienen derecho, pero con los que se busca con temeridad, terquedad y cinismo absoluto, alterar la vida cotidiana, pisando la parabola judicial y queriendo aplastar a aquellos a los que quieren estafar.
Aristóteles lo tenía muy claro: “En su mejor momento, el hombre es el más noble de todos los animales. Separado del derecho y la justicia, el hombre es el peor”.
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