La marihuana o Cannabis, conocida como Cáñamo en España, cañacoro en Italia, Chambre o herbe en Francia, porro o hierba en Argentina, hanfkant en Alemania, hemp en Inglaterra, banga en Mozambique, chira en África del Noreste, kamonga en Egipto, kif en Marruecos, dagga en África del Sur, planta da felicidade o Liamba en Brasil, marijuana o Soñadora en México, hierba Santa o Mala Vida en Costa Rica, entre otros, acaba de ser legalizada en USA para uso recreacional.
Recreacional, dicen ellos, cuando ha sido el nido en el cual nacieron en nuestro territorio los cultivos de drogas ilícitas, bien representados, transportados y comercializados por ese enjambre vergonzoso de “traquetos”, “mulas” y narcotraficantes. Acumularon fortunas manchadas pero impensables, con las que compraron impunidad y permearon todos los estamentos. Se hicieron a grandes propiedades, convertidas en fuentes de desgracia, desolación y muerte, para muchos de nuestros compatriotas y hermanos que cayeron en las redes poderosas del tráfico de drogas, sin que les importara que con ello, volvieran miseria familias enteras. Convertían personas comunes en entes ensimismados, que en la dependencia lo perdieron todo, incluida la esperanza.
¿Cuántos presos hay en el mundo, por cuenta de la hierba mala que a tantos les parece buena, y de las drogas que les siguieron? ¡Miles! Los americanos, “dueños del mundo”, nos pusieron condiciones para certificarnos, si nos gastábamos casi todo el presupuesto nacional en tener una lucha permanente contra ellas. Ellos ponían algunos dólares, pero los colombianos poníamos los muertos.
Pues bien; ahora estamos viviendo un carnaval preelectoral, en el cual, “la traba” política es evidente y notoria. Es que la política ejercida con la deshonra con la que se ejerce aquí, es un verdadero festín de “trabados” y “trabadores”; esos expertos en meter cuentos con promesas falsas, para engañar a la gente, llevarla hipnotizada a las urnas, para que allí, en vez de meter el dedo, metan la pata.
Es en esas cajas donde se depositan los tarjetones, con los que se eligen a los que se adueñaron de la política, convertida en una lucrativa actividad, creyendo que serán sus redentores, cuando la verdad, solo los necesitan para que puedan acceder a esos puestos de poder, donde ganarán mucho dinero, tendrán todo el dominio sobre el tráfico, el de influencias por supuesto, con lo rentable que ha demostrado ser, en este país descuadernado, en el que para ser político no se necesita ser decente y honesto. Por el contrario, se necesita tener una personalidad con trastornos del apetito: insaciable y glotona.
Solo cuando se legalice totalmente la droga, que su precio sea menos que nada, entonces no habrá alguien interesado en sembrarla, cocinarla y producirla. Igual pasa con la política. Cuando los salarios de esos personajes, sean iguales a los de la gente del común, cuando no tengan beneficios extras, ni cuotas parlamentarias disfrazadas, cuando no gocen de impunidad, cuando no se rían por su mal ganada impunidad; cuando ellos no tengan que ver con quien y como se entregan los contratos, ni manejen el presupuesto de la nación, entonces, solo entonces, esa actividad dejará de ser una actividad que despierta tantos intereses, en el que se invierten cifras multimillonarias.
Ese día, la política será una profesión que exigirá los más altos estándares de preparación, la más probada honestidad, la más demostrada transparencia. Ese día, solo se interesarán por ella los pocos que tienen vocación política, que pueden ejercerla con dignidad, sin necesitar más defensa que su vida, expuesta al escrutinio público: inmaculada, sin mancha.
Pero pretender eso es utópico. Sería acabar con dos “negocios”, que empobrecen muchas personas. Es que si se analizan las propuestas de los candidatos, solo son posibles, si las hicieron “trabados”. Llevarlas a la práctica con nuestra clase dirigente es un imposible. Pero los políticos, los “vototraficantes”, carecen de conciencia y no tienen el menor recato. Son en su mayoría amorales, sin tripas, solo interesados en lo que puedan arañar de los dineros de los contribuyentes.
De manera amigo elector: no se deje engañar, para que no se parezca a los que han sido drogados con escopolamina, que sin darse cuenta, sin saber cómo, termine siendo el que les da legalidad a esos dirigentes, que con las excepciones que hay, tanta deshonra tienen en Colombia.
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