Flavio Restrepo Gómez


“Más vale fracasar honradamente, que triunfar debido a un fraude”. Sófocles
Vivimos en una sociedad en la que están alterados todos los valores. Se hacen grandes alegorías a los deshonestos, los pícaros, los tramposos, los que utilizan la estafa y el fraude como algo “normal” sin importancia, creyendo que con ellos, al intentar obtener beneficios que no les corresponden, defraudan personas, instituciones, conglomerados enteros. Hay gente que cae en la trampa y que ignora la están engañando. Personas a las que les meten cuentos sustentados en mentiras, para burlarlos, creyendo que nada pasará, con un irrespeto por la majestad de la Justicia y una afrenta contra la parábola judicial.
El fraude, del latín faus o fraudises, está definido en la RAE como la acción contraria a la verdad y la rectitud, que perjudica a la persona contra quien se comete. Acto tendiente a eludir una disposición legal en perjuicio del Estado o de terceros. En derecho, es el delito que comete el encargado de vigilar la ejecución de contratos públicos, o de algunos privados.
Sus sinónimos son muchos: estafa, engaño, timo, mentira, dolo, adulteración, ardid, artería, burla, celada, hurto, defraudación, desfalco, dolo, enredo, expoliación, falsía, falsificación, robo, simulación y trapacería. Se hace a conciencia, en pleno uso de facultades mentales, con la intención de obtener una ganancia deshonesta.
Por ejemplo, si un individuo es una persona dedicada a actividades lúdicas y trabaja como independiente con organizaciones no gubernamentales, y en las actividades que realiza se dedica entre otras cosas a los deportes considerados de adrenalina y alto riesgo, programa ilegalmente actividades, que están contempladas y reglamentadas en la legislación colombiana y reguladas por Coldeportes, pero lo hace sin llenar los requisitos mínimos para la ser líder de grupos de excursionistas, a los que expone a riesgos sin cumplir con las exigencias existentes en todo el mundo: Plan, objetivo, bitácoras, entrenamiento, pólizas de responsabilidad civil para deportes extremos. Si se presenta un accidente, que puede costar la vida o dejar secuelas, lo mínimo que se puede exigir es la obligación legal de que tenga un título que lo certifique como experto en esas actividades y que llene unos requisitos obligatorios, que no pueden dejarse al azar.
Si además de no tener las acreditaciones exigidas por la ley, programa actividades con grupos a los que no les hace los protocolos o bitácoras obligatorias, si no les explican los riesgos y las consecuencias, si no tienen un documento de consentimiento advertido y voluntad del participante para la realización de la actividad de riesgo, se pone fraudulentamente en peligro su vida, sin los requisitos exigidos como “responsabilidad civil extracontractual”, que existen en todas partes.
Si hay un accidente debe haber un responsable, en una actividad en la que se asume el riesgo y la consecuencia. Es inaceptable jurídica y éticamente que en caso de un accidente, por falta de ese seguro obligatorio, el lesionado acuda a un centro de atención médica presentando su accidente como algo derivado de otra causa, y utilice por ejemplo un SOAT, para recibir atención.
Que un abogado pueda alegar desconocía la realidad del verdadero accidente, es posible pero casi estúpido. Bien lo dicen del abogado en el libro La picaresca jurídica universal: “A mí dígame la verdad, que de mentir me encargo yo”.
Con estafas como esa se engañan a las EPS a las que les cobran incapacidades por supuestos accidentes de tránsito, a sabiendas de que las EPS no cubren deportes de alto riesgo y adrenalina (en Colombia, solo Sánitas tiene un programa de aseguramiento “plus”, en el que por un valor extra cubre esas actividades). Entonces sumada a la estafa a una EPS, los falsos testimonios y los otros delitos cometidos, juegan con la justicia para obtener beneficios a los que no tendrían derecho, además de la comisión de posibles fraudes procesales.
Es un delito típico, cualquiera sea la situación socioeconómica del que lo comete, pero es merecedor de mayor reproche entre quienes han tenido oportunidad de ilustrarse. Hablo de abogados, médicos, profesionales de todas las esferas, contratistas, independientes, burócratas. En fin, la lista sería de nunca acabar.
Seguiremos con el tema…
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