Fanny Bernal Orozco
![](https://archivo.lapatria.com/sites/default/files/styles/60x60/public/fotoautor/bernal_orozco_fanny.jpg)
Fanny Bernal Orozco * liberia53@hotmail.com
Dice la biblia que Edith, la mujer de Lot, se convirtió en estatua de sal. Según esta historia el ángel le dijo a Lot, que tenía el permiso de salir de la ciudad, con la condición de no mirar hacia atrás. No obstante, su mujer “miró atrás y se convirtió en estatua de sal”. Este pasaje lo encontramos narrado en el libro del Génesis.
Muchas personas viven en el pasado y alimentan los viejos recuerdos día a día y en ello se les va la vida. Hace tiempo conocí a alguien que siempre llevaba una agenda en la cual apuntaba los desaires, conflictos, peleas, reproches, rabias, rencores, dolores y, cuando tenía oportunidad, leía despacio las ofensas que -según ella- había recibido. Lo más sorprendente de este ‘diario’, es que las afrentas tenían fecha y hora.
Cuando se vive aferrado al pasado, no hay forma de asumir el presente. Ahí es cuando muchos aspectos de la cotidianidad se detienen y, aunque el presente puede ser una oportunidad de cambio y transformación emocional, afectiva o laboral, nunca hay disposición para ello.
Respuestas como: ‘es que yo soy así’, ‘es lo que a mí me gusta’, ‘nadie tiene porque meterse’, son frases que se tornan en una trinchera para quedarse en esa zona que bien puede ser de confort. No obstante, estas personas no avanzan, ni crecen, ni se dan cuenta de que están metidas en una trampa que ellas mismas han construido.
El pasado influye en la manera cómo los seres humanos vivimos tanto lo que es agradable, como lo que no lo es. Una cosa es recordar y de vez en cuando sentir nostalgia, pero otra muy diferente es aferrarse a los anteriores sucesos y no permitirse vivir el presente, ni tener otras experiencias y nuevos aprendizajes de vida. Ello es estar anclado, sin capacidad de movimiento y sin asomo de sosiego emocional.
Les ha sucedido que van a un sitio y todo está como hace cinco o diez años. Los mismos objetos, la misma decoración, sin espacio para nada nuevo; como si el mundo se hubiera detenido y así es el mundo interno emocional de sus dueños. Se quedan mirando hacia atrás, es que además no han aprendido a soltar ni emociones, ni recuerdos y en esa actitud se parecen a Edith, la mujer de Lot, convertidas en estatuas de sal, por estar siempre mirando hacia atrás.
* Psicóloga - Docente titular de la Universidad de Manizales.
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015