Fanny Bernal Orozco


Fanny Bernal * fannybernalorozco@hotmail.com
Más de veinte años trabajé con niños y niñas abandonados, en un hogar de protección. Jamás pensé que esta experiencia me iba a llevar a desaprender y a aprender tantos asuntos que creía que ya tenía claros y hacían parte de mí. Conocí cientos de historias dramáticas y desgarradoras, supe del desamparo, de la soledad, la orfandad y la negligencia de los adultos; a través de narrativas tejidas entre emociones de rabia, miedo, desamor, ansias de venganza, deseos de no vivir, frustraciones y una inmensa sensación de desamparo.
El abandono es una huella que queda como un tatuaje indeleble, para siempre; y en especial en aquellos niños que no llegan a conocer en su infancia y adolescencia a personas que les apoyen y arropen afectuosamente.
Las instituciones brindan muchas oportunidades y cuidados, pero a pesar de todos los esfuerzos que en ellas se realizan, no siempre pueden garantizar el soporte emocional que brindan unas figuras de identidad cálidas y respetuosas que, además de formar y proteger, son necesarias para el desarrollo físico, cognitivo, social, psicológico y emocional.
No basta con nacer, se nace y después qué. Niños y niñas que jamás fueron deseados, que se convierten en un estorbo para sus proveedores genéticos. Es más, cualquiera no es madre, ni padre, ni tampoco cuidador. Hay mentiras repetidas por generaciones: ninguno viene con el pan debajo del brazo, ni mucho menos con la certeza de que se le van a garantizar sus derechos. Por el contrario, a pesar de tantas leyes, el desconocimiento de estas es asombroso.
Sólo aquellos que trabajan con ellos y los escuchan, saben de sus frustraciones y dolores. Un día un niño me dijo que cuando el fuera grande, iba a comprar una arma para buscar a su mamá y matarla, porque lo había abandonado.
Cada abandono es una condena, una condena al sufrimiento, a vivir con miedo, con inseguridades, con rabias, con problemas de autoestima, con frustraciones y a exponerse a múltiples maltratos. El abandono multiplica la violencia, la irritabilidad, la inseguridad y el miedo. De esta verdad poco se habla, no hay manifestaciones prohibiendo y condenando el abandono y, menos aún, prohibiendo el tener niños no deseados y no amados.
- ¿A quiénes les preocupan los niños y niñas abandonados?
- No basta con nacer…
* Psicóloga - Docente Universidad de Manizales.
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