Fanny Bernal * fannybernalorozco@hotmail.com

Mi madre solía decir cuando algo andaba mal: ‘…eso me da grima’. Y hacía mucho tiempo que no escuchaba dicha sentencia, pero hace poco surgió en una plática académica, cuando tratábamos acerca de la inteligencia emocional de algunos candidatos. Y es que de verdad da grima no solo lo que dicen, es también cómo lo dicen y lo que hacen con tal de hacerse notar.

Es bien sabido que estas personas tienen asesores de imagen, quienes están atentos a la ropa que deben usar, el tipo de peinado o corte de cabello y hasta el maquillaje. Al fin y al cabo, eso hace parte de la tramoya y la farándula criolla con todo y los chismes diarios.

De lo que no se han dado por enterados, es de que tendría mucha más trascendencia y sería mucho más beneficioso para el país, contar con asesores para aprender a hablar de manera respetuosa, humilde y comunicar sus emociones de forma responsable y asertiva.

Por supuesto que para ello, es imprescindible cultivar carisma, disciplina, voluntad, empatía y humildad, condiciones cada vez más pobres en quienes se proclaman líderes. ‘Da grima’ escucharlos. Sus palabras danzan entre el chisme, la ofensa, la crítica, la traición, los insultos y las mentiras. Ah…y a falta de ideas claras e inteligentes, se la pasan juzgando y criticando lo que hicieron quienes estaban antes, pero como si esto fuera poco, sus propuestas son pobres y dan cuenta de la ignorancia y el desconocimiento que tienen ante las diferentes realidades de las ciudades y el país en general.

Y aunque algunas veces estas personas cuentan con muchos títulos y credenciales, los cuales enarbolan en sus oficinas, ello no es garantía para ejercer un cargo, llevar las riendas de un departamento o de un país, ni tampoco para para ganar la confianza de los ciudadanos.

Por lo tanto, desarrollar la inteligencia emocional es de gran ayuda para aquellas personas cuyos egos los tienen levitando, además de creerse el mundo de fantasía; dónde los halagos, lambonerías y lisonjas, les hacen vivir fuera de la realidad.

Una comunidad no progresa ni avanza, si quiénes tienen las riendas del poder, son pobres en su formación humanista, si les falta inteligencia emocional, si carecen de ética, rectitud, bondad y generosidad en sus actos y sus palabras; si tienen dificultad para conectarse respetuosamente con otras personas.

Lo positivo e inequívoco es entonces, que abunde la empatía y que la misma no termine con las campañas, sino que se mantenga cuando los candidatos alcancen el poder que tanto persiguen. Como simple observadora, ‘todo esto me da grima…’

* Psicóloga - Docente Universidad de Manizales.