Fanny Bernal Orozco
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Fanny Bernal Orozco * liberia53@hotmail.com
Mientras que las personas soberbias buscan ser halagadas, reconocidas, les gusta alardear, ostentar y exagerar en estas actitudes; las almas humildes tienen claras sus capacidades y también sus limitaciones. No las desvelan lo que otros piensen, como tampoco sienten que están por encima de los demás.
La soberbia lleva a las personas a considerar qué es importante a través de acciones vanidosas y a cultivar un desmedido ego. Su cultura se alimenta de modas y de marcas, tanto es así, que hacen frecuentes comparaciones, exageran y hasta mienten, con tal de lograr la aprobación de su círculo cercano.
En ocasiones la soberbia se transmite a través de la rabia, la burla, el rencor, que esas personas expresan sin ningún filtro ni respeto. Eso denota el poco control que tienen de sus emociones y sentimientos, con un agravante, que jamás reconocen lo que hacen, dicen y menos el daño que infligen, con lo cual demuestran su desconsideración y falta de empatía.
En las personas soberbias hay inseguridad, miedo, baja autoestima, heridas sin sanar, pobres recursos emocionales y de afrontamiento, necesidades afectivas insatisfechas, poca aceptación de sí mismas, escasa tolerancia a la frustración, dificultad para relacionarse con personas diferentes y nula capacidad para admitir otras maneras de pensar.
Las personas humildes tienen capacidad de escuchar las necesidades de otras personas, saben ponerse en el lugar de los otros, desarrollaron la facultad para acordar y concertar. Sus relaciones se basan en el respeto y el cuidado.
En la soberbia llama la atención la avidez y ambición desbordada. Nada colma a las personas soberbias, tan pronto han comprado algo y ya quieren otra cosa, el poseer y el tener son características de su pobre autoestima, aunque -en el fondo- saben que nada les satisface, ni gratifica. Lo que le da sentido a sus vidas es estar al día en asuntos vanos y efímeros, todo con el fin de tener la aprobación y lisonja de los demás.
La soberbia es una trampa emocional y, quienes viven en ella, dedican su tiempo a mantener una imagen hecha a base de mentiras y despotismo.
Algo va de la soberbia a la humildad, cuando el ser humano humilde cultiva la paz y el sosiego emocional.
* Psicóloga - Docente titular de la Universidad de Manizales.
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