Estimado Juan José:
El mundo no se ha podido poner de acuerdo sobre cuál sería la posición oficial más recomendable para que un conglomerado social maneje el tema del covid 19, razón por la cual a diario vemos como los “bandazos” y reculadas en materia de políticas de salud pública no son exclusivas de nuestros países de tercermundistas.
Hay quienes sostienen que son más graves las consecuencias de toda índole, muertes incluidas, que causa el mantener una economía cerrada y a los ciudadanos en sus casas con la idea de protegerlos de un posible contagio que los que conlleva una apertura que mantenga activa la productividad y el empleo.
Difícil la tienen los “sabios” para hacer sus recomendaciones sobre todo por el hecho que las determinaciones no siempre son tomadas con criterios humanitarios únicamente o por razones económicas estrictamente, sino que influyen posiciones y presiones políticas, muchas veces partidistas, conveniencieras y acomodaticias.
Reflexionando sobre este particular me ha pasado por la cabeza una particular teoría que hoy compartiré con mis lectores a riesgo que algunos de ellos lleguen a considerar que el encierro a que nos hemos visto sometidos los ya “mayorcitos” me tenga alucinando.
Se me antoja pensar que, como parece, el “Rubito de Washington” (apodo que permite no dejar de lado el agradable tufo de lo taurino) considera que el asunto del covid 19 no es otra cosa que una guerra que los chinos le declararon al mundo y que en vez de fusiles, balas y bombas están usando un virus difícil de vencer para apoderarse no ya de territorios, como sucedía en las guerras tradicionales sino de la economía mundial, como dicen que sucedió al principio de la crisis causada por la peste cuando los amarillos aprovecharon para hacerse a unos importantes paquetes accionarios de algunas de las empresas más representativas y rentables de los poderosos occidentales.
Dentro de ese orden de ideas el “Rubito” de marras, también apodado “El Fanfarrón”, decidió sacrificar vidas, como sucede en el campo de batalla cuando se libra una confrontación bélica, a cambio de mantener una economía fuerte y dominante que le permita evitar que los orientales desbanquen “the Land of the free” de su posición de amos y señores del mundo. Y a fe que ha logrado ser un campeón en el tema de muertes de personas infectadas por la peste; lo que no está bien claro es si tal sacrificio ha valido la pena en lo relativo a mantener rentables, activas y blindadas sus empresas de la “agresión” asiática.
Por otro lado la también anglosajona Jacinta Arden se fue por la vía de la “encerrona” y no solo evitó muchas muertes sino que controló de manera definitiva, según se informa desde allende los mares, la peste. Lo que tampoco sabemos con claridad es cómo le fue realmente a la economía Neozelandesa con esta medida, radicalmente opuesta a la del “Míster”. De ahí, como decíamos al principio lo compleja que es la situación y lo difícil que resulta para los encausadores de opinión proponer salidas que a todos satisfagan. Recibe un abrazo de tu amigo. El Fraile.
Añadido: Como te contaba el otro día hablando de la famosa “gripe española” que entre otras no se originó en España sino que la importaron los soldados gringos destacados para combatir durante la Primera Guerra Mundial, esta no produjo una interrupción de la actividad taurina en la Madre Patria como tampoco se afectó gravemente durante la guerra civil que llevó al general Francisco Franco al poder. Si bien es verdad que hubo una reducción en los espectáculos taurinos que se programaron durante esos días, también es cierto que sin distingo de bando los actuantes siempre abogaron por que se respetaran las ganaderías de casta, algo que infortunadamente en la zona republicana no sucedió.
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