Hace varias semanas invité al aula de ‘Tecnologías de la información y las comunicaciones’ al profesor Luis Carlos Correa. La idea era que compartiera con los estudiantes su saber respecto a la cuarta revolución industrial. En efecto así lo hizo y su mensaje de fondo fue: ¿Tecnologías 4.0 para qué?
Cuando se habla de tecnologías 4.0 se hace referencia a las tecnologías de la cuarta revolución industrial. La primera revolución tuvo su origen en el siglo XVIII con la máquina de vapor. La segunda hacia mediados del siglo XIX con el desarrollo de la electricidad, de nuevas formas de energía y nuevos medios de transporte. La tercera en el siglo XX con el desarrollo de la electrónica y las energías renovables.
Hacia el 2011 se acuña el término 4.0 y se empieza a hablar de la cuarta revolución, a pesar de que muchas de sus tecnologías nacieron en el siglo pasado. Entre las tecnologías 4.0 se incluyen: inteligencia artificial, internet de las cosas (objetos conectados a internet, IoT), big data, realidad virtual (simulación de escenarios mediante el uso de gafas), realidad aumentada, blockchain, impresión 3D, entre otras. Si quiere obtener más información le recomiendo el documento de MINTIC ‘Aspectos básicos de la industria 4.0’ (https://cutt.ly/NcCgz2U), así como el análisis de este tópico del Foro Económico Mundial (https://cutt.ly/jcCjcCrÇ).
Ahora sí a lo que vinimos, ¿para qué las tecnologías 4.0? Un ejemplo:
Desde el 2016 el ingeniero Luis de la Universidad de Manizales, junto con Olga Lucía Montoya investigadora de la Escuela Colombiana de Rehabilitación, lideran un grupo de investigación de un proyecto de rehabilitación de la marcha en pacientes con Parkinson mayores de 60 años, basado en realidad virtual. En alianza con el Tecnoparque SENA Manizales, desarrollaron un prototipo terapéutico con cuatro escenarios para rehabilitación de la marcha, buscando disminuir los avances de los síntomas de la enfermedad en personas que están empezando a presentarlos, así como los problemas de equilibrio propios de esta condición.
Los escenarios virtuales incluyen tareas como evitar obstáculos, levantar objetos, etc; involucran el componente emocional de un juego, que da a la persona la posibilidad de repetirlo y mejorar sus propios registros. Ya han efectuado pruebas de concepto con personas sanas validando que no presenten efectos secundarios. En este momento están mejorando la musicalización de los escenarios y el soporte que le ayude a la gente a usar la realidad virtual sin temor a caídas. Por supuesto, esta investigación ya cuenta con su publicación.
Dentro de esta misma alianza se sigue trabajando la aplicación de las tecnologías para la rehabilitación y la salud mental, así como en una aplicación para evitar el avance de la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC). De manera similar lo están haciendo con el deterioro cognitivo leve. Otro desarrollo en curso es el de un dispositivo IoT para facilitar el trabajo de los fonoaudiólogos cuando están diagnosticando problemas auditivos y en los procesos de rehabilitación.
Estas son solo algunas de las iniciativas que se están llevando a cabo en Manizales. Hay más.
¡Qué bonito cuando la investigación y los proyectos académicos tienen el propósito de ayudar a los demás y sobre todo en temas de salud! Investigación aplicada cuyo fin no es llenar los bolsillos de los investigadores, porque desafortunadamente de eso están llenas las universidades. Por más investigadores con responsabilidad social.
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