Como estoy cumpliendo un año de escribir esta columna quincenal, decidí abordar uno de los temas que me preocupa más: las ‘fake news’ o noticias falsas. Esta plaga global, que afecta entornos políticos y económicos (recordemos el Brexit o los procesos electorales en EE.UU y Colombia), ha acabado con vidas. Por ejemplo, en India en 2018 no menos de ocho personas fueron linchadas, hechos generados por difamaciones replicadas a través de cadenas falsas de WhatsApp (https://cutt.ly/WmK39MZ). También las vemos en la desinformación en torno a la covid-19 y las vacunas para combatirla.
Si vamos a asuntos más banales, no hay que olvidar que en 2014 miles de barranquilleros salieron a festejar una falsa estrella que la Dimayor le había cedido al Junior. O cuando durante el mundial del 2018 circuló en cadenas de WhatsApp en Manizales un meme (chiste) que anunciaba un corte energético de la Central Hidroeléctrica de Caldas a la hora de uno de los partidos de la selección Colombia. Esto originó una respuesta oficial por parte de la CHEC negándolo. Hay que tener presente que una de las mayores fuentes de noticias falsas son los memes.
A pesar de que internet democratizó el uso de la información, también trajo consigo fuentes falsas, granjas de seguidores falsos, bots que convierten en tendencia un tema así no sea cierto y ‘bots’ humanos, como lo son las `sectas’ tuiteras.
Los objetivos principales de las ‘fake news’ son manipular a la opinión pública y obtener beneficios, en su mayoría políticos o económicos, a partir de las calumnias o encantos que se generan o publican en torno a una persona o entidad.
Un caso que vale la pena mencionar es el del llamado ‘Rey de las fake news’, Carlos Merlo, quien develó en el 2017 su modus operandi a medios de comunicación globales como Univisión y El País, entre otros (https://cutt.ly/LmLcJmU).
A través de su agencia, Victory Lab, ofrece millonarios servicios principalmente a políticos, que incluyen: manejo de bots, ciberataques, contención a alguna tendencia o creación de las mismas, control de crisis y creación de sitios para fake news, ya que -según él mismo afirma- no se logra el mismo impacto difundiendo un contenido desde un único portal o página con muchos seguidores, hay que hacerlo desde miles en forma simultánea. Por eso desconfíe de los contenidos de un dominio poco conocido que intenta sembrar cizaña.
Entendiendo los impactos negativos del fenómeno de la desinformación, hay múltiples iniciativas globales que buscan poner freno a este problema catalogado por la ONU como un arma contra el periodismo (https://cutt.ly/zmL9uLd).
Yo me uní a esta causa, desde hace años, creando consciencia y enseñando a identificar la información falsa. Esto es un asunto de todos, por eso en mi próxima columna hablaré de cómo combatirla, mucho más ahora en jornada preelectoral.
Hablando de mi primer año como columnista, tengo para decir que me lo he gozado. Si bien escribir es un ejercicio que exige disciplina, también es un espacio que he aprovechado para alfabetizar en temas digitales, para nutrirme y para manifestar libremente mi sentir, eso sin duda es lo que más me gusta. Gracias a LA PATRIA por el voto de confianza. Espero estar por mucho tiempo en estas páginas, asumiendo el reto de seleccionar temas relevantes para los lectores. Así que no dude en contactarme en mis redes sociales @lizramirezc o en mi correo elizabeth.ramirezc@gmail.com y sugerirme lo que pueda ser de interés.
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