Hace un mes, en otra columna, escribí sobre la necesidad de evitar que el móvil nos domine. Allí hacía una invitación a usar la tecnología en beneficio propio y no al contrario. Hoy doy continuidad a este tema que resulta ser importante tanto para la salud física como mental. El uso excesivo de dispositivos móviles puede traer consigo ansiedad y estrés, y disminuir la productividad.
En el año 2011 se le dio forma al término nomofobia (un acrónimo de no-mobile-phone phobia) como el miedo causado por no tener el móvil con nosotros. La Organización Mundial de la Salud (OMS) advierte que entre sus síntomas están la revisión permanente del teléfono y el síndrome de la vibración fantasma; también el miedo a la desconexión cuando dejamos el móvil en casa, bien sea por falta de batería o por falta de conectividad. Otro efecto es la reducción de las horas de sueño. El ‘placer’ por el uso del móvil produce adicción por la liberación de más dopamina de la normal.
Otro asunto, no menos importante, es la ‘Infoxicación’. Según la Fundación del Español Urgente (FundéuRAE), este neologismo fue acuñado por Alfons Cornella para referirse a la sobresaturación de información o intoxicación por información.
Por una parte está la incapacidad de procesar los grandes volúmenes de información a los que estamos expuestos y por otra la ansiedad de querer saber más, la incertidumbre de no saber lo suficiente. Es una situación que se exacerba en momentos coyunturales, como los que vive Colombia.
Aquí soy incisiva: filtre, depure, chequee, haga curaduría a los contenidos que consume y sobre todo no crea en todo lo que circula por WhatsApp y otras redes sociales. Tenga sentido crítico.
Si bien Internet y la tecnología trajeron consigo beneficios y nuevas formas de vida, no pongo en duda el agobio que produce tener múltiples vías de comunicación de manera concurrente: mails, grupos de WhatsApp y reuniones virtuales, entre otras.
Ahora en la nueva normalidad trabajamos más que antes, saltamos de una ventana del computador a otra y no hacemos las recomendadas pausas activas. Si a eso le sumamos las notificaciones de todas las apps instaladas en nuestro móvil, invitándonos a hacer clic a cada instante, en asuntos que distraen y que solo contribuyen a la procrastinación, el escenario se complica.
Revise si padece alguno de los síntomas mencionados y tome acciones, por su bien y por el de quienes lo rodean. Esto afecta las relaciones familiares, personales y laborales.
Dejaré aquí una recomendación hecha por expertos, adicional a las que escribí en mi primera columna:
Hay que dormir las horas que su cuerpo necesite, poniéndose metas alcanzables, y alejarse de las pantallas (móvil o computador) por lo menos una hora antes de ir a la cama. En mi caso, para lograrlo, créanme que ha funcionado, configuré este año la opción de alarma para dormir.
Mi móvil no solo me recuerda que ya debo desconectarme para tener un mejor descanso, sino que me apaga las notificaciones y además me entrega las estadísticas de mi sueño.
Por último, para quienes sientan el mismo agobio que yo, les sugiero el podcast ‘Cómo fabricar tiempo’ de la Nación de Argentina. Maravillosos consejos de productividad y vida.
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