Parece una contradicción que estando en la era de la democratización de la información, hoy por hoy la desinformación sea uno de los mayores flagelos de la humanidad. Debería ser un asunto de responsabilidad social de las empresas e instituciones combatirla en sus comunicaciones, alfabetizando en temas relacionados con el fact-checking (comprobación de hechos).
 A nivel global existen muchas iniciativas en este sentido, primordialmente de origen periodístico. Aquí cobra relevancia el papel de la International Fact-Checking Network (IFCN - Red Internacional de Verificación de Datos) del Instituto Poynter, líder en periodismo con más de 50 medios de comunicación afiliados de todo el mundo. Estos deben cumplir un código de principios que busca garantizar imparcialidad, honestidad y transparencia -en las fuentes, la financiación y la metodología-, entre otros estándares internacionales.
El objetivo de los chequeadores es verificar el discurso público, promover la transparencia y debatir más sobre datos y hechos que sobre personas, sesgos y prejuicios. En la región el pionero es Chequeado de Argentina. Hay otros destacados como La Lupa de Brasil, liderada por Cristina Targádila. En México están El Sabueso de Animal Político y Verificado, iniciativa apoyada por más de 40 instituciones públicas, privadas y académicas.
En Colombia lideran el fact-checking el Detector de Mentiras de la Silla Vacía (https://cutt.ly/jQsOdD2) y Colombia Check (https://cutt.ly/BQsPQpi) de Consejo de Redacción, ambos afiliados a la IFCN. Allí usted puede sugerir un chequeo si lo considera pertinente.
Las categorías usadas para los chequeos son: verdadero, verdadero pero… (cuando se deja por fuera una parte del contexto), cuestionable (cuando las interpretaciones son subjetivas), falso y no chequeable (cuando faltan datos confiables).
Los periodistas chequeadores siguen una rigurosa metodología para categorizar sus verificaciones; sin embargo, usted y yo como ciudadanos del común podemos contribuir a la causa dudando y validando los siguientes aspectos, antes de compartir:
-     Verifique las fuentes de información, esto aplica para todo tipo de formatos: texto, audios y videos. Ideal que incluyan autor, también valide la fecha.
-     Lea siempre la URL, o sea la dirección del sitio web de donde proviene la información. Muchas veces a simple ojo, se evidencia la falsedad. También sospeche de diseños de sitios web poco profesionales.
-    Los pantallazos pueden ser manipulados, vayan siempre a la URL de origen.
-     Desconfíe de titulares exagerados o de textos con mala redacción, ortografía o estilo. También de contenidos que piden “creer en ellos” o “desconfiar de” otros.
-     No crea en audios que aseguran que lo dice el “medio X”.
-     Revise si los logos son de baja calidad o están alterados, y recuerde, las imágenes y los videos (deepfake) también se pueden manipular.
-     Si duda de una imagen, use la opción de búsqueda invertida de Google para llegar a la fuente original. Vaya a https://images.google.com/, haga clic en el ícono de la cámara y suba la imagen.
 Si identifica en las redes sociales contenido falso no dude en reportarlo. Todas las plataformas dan esta opción y, después de la respectiva validación, las eliminan.
Un recurso infaltable, para profesores de colegio de estudiantes de más de 10 años y universitarios, son los cursos de la IFCN y Poynter (https://cutt.ly/QQdrfII).
También sugiero descargar la guía de la UNESCO: ‘Combatir la infodemia en América Latina y el Caribe. Desinformación y fact-checking durante la pandemia’ (https://cutt.ly/0Qs6jmw).
Recuerde que cada 2 de abril, desde 2017, se celebra el Día Internacional de la Verificación de Datos y que el fact-checking es un asunto de todos los ciudadanos.