Siempre ha sido inquietud para el ser humano lograr una vida con posibilidades de existencia digna y pacífica para todos; siempre se han buscado líderes que hagan posible tan justa causa: una vida personal digna en medio de una comunidad fraterna y bien organizada; todos para todos y con los bienes justamente vividos entre los derechos básicos para vivir dignamente.
 Desde antiguo esta inquietud se ha manifestado a través de varios pensadores que han expresado sus sentimientos: San Agustín lo hizo trazando un ideal de “La ciudad de Dios” como posibilidad de comunidad justa y pacífica porque todos tienen lo vital en buena comunidad.
 Desde otros puntos de vista otros han delineado la sociedad ideal: Francesco Patrizi escribe: “La ciudad afortunada “ (1551), Campanella, la “Ciudad del sol” (1623), Francisco Bacon “La nueva Atlántida” (1627). Autores como Saint-Simon (1825), Fourier (1837) y otros han desgranado sus conceptos e ideales sobre la nación, el país y la pujante ciudad para el bien de cada ciudadano.
 Tomás Moro escribe “Utopía” como sueño de nueva sociedad justa y Maquiavelo escribe “El príncipe” como delineando al gobernante; poetas y pensadores como Hölderlin, Schelling y Hegel describieron el anhelo por el mejor gobierno y la mejor sociedad.
 En Colombia muchos con tinte de novela han escrito sobre el grito de las comunidades y regiones clamando por buenos gobiernos que lleguen a mayor parte de la Patria como soles de esperanza: García Márquez, William Ospina, Germán Castro, Tomás Carrasquilla; muchos otros poetas y músicos han escrito las situaciones de nuestras regiones con sus ansias de justicia, asistencia y paz.
 Es hora de tomar parte con presencia ciudadana; el voto es oportunidad de presencia, opinión y opción por un mejor país para que cada persona pueda vivir los esenciales derechos humanos.
 Lo importante es hacerlo con esperanza, sin odios, sin insultos ofensivos, sin violencia; nos unimos al clamor de siglos anhelantes de vivir mejor superando miedos de guerra, hambres y odios. Es querer de Dios ver a sus hijos bien.