No es invitación al baile, pero sí a seguir el ritmo del tiempo litúrgico que la Iglesia ofrece para avanzar en el camino de la perfección y la felicidad humana; desde los inicios de las celebraciones judías cuyo eco perdura hoy se ha seguido el ritmo del tiempo: el amanecer y el atardecer, el verano o el invierno, el sol o la luna, el fresco de la mañana, el esplendor del mediodía, el cansancio vesperal y el descanso nocturnal.
La Liturgia Católica, o sea el ciclo de las celebraciones vitales que alientan la Fe y congregan al pueblo de Dios inyectan en la oración, los ritos sacramentales, los espacios existenciales de cada día un ritmo que sigue la historia y el ciclo móvil del cosmos y los sucesos que desde la creación acompañan el caminar del hombre y su universo.
Hay que ponerse al ritmo para no perder el paso del avanzar en la vida de Fe, para alimentar el ánimo que a veces decae por el desgaste y los cansancios, para subir en las etapas que propone la vida con acierto y gozo.
El calendario litúrgico ofrece un ritmo sabio y saludable: como la tierra gira alrededor del sol, la Iglesia gira el año alrededor de Jesucristo y su gesta salvadora; empieza celebrando Su natividad, sigue mirando el crecimiento y vida pública, se asombra ante los sucesos de la Pasión y la muerte en Cruz y estalla en júbilo por la Resurrección.
Las horas del día son ritmo de oración, los días de la semana acompañan el sentido de la existencia, los estados vitales desde el nacimiento hasta la muerte son también maneras de avanzar iluminados por el Señor Jesús no solo por su Palabra sino por los Sacramentos y la vida comunitaria.
Toda la vida humana entra en el ritmo amoroso de Dios hacia la humanidad, basta seguir el compás de los tiempos celebrados y dejar que como la lluvia empapa la tierra la Gracia de Dios empape la existencia de cada uno de nosotros y nos refresque con el gozo de una vida nueva y eterna.
Estamos ahora en el ritmo de la Pascua que comienza con la Cuarema, siguen con las celebraciones de la Semana Santa o mayor y se corona con la celebración de la Resurrección; ojalá no dejemos pasar este tiempo maravilloso y su ritmo nos ofrezca pasos de avance.
Cuaresma es tiempo de balance, de inventario y renovación; los retiros espirituales, las lecturas bíblicas y de libros con mirada espiritual, una buena confesión y una revisión de la vida personal, familiar y social, son pasos que acompañan el ritmo cuaresmal.
No dejemos pasar en vano el ritmo de Dios en nuestras vidas.
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