Piero enmarcó la vida del viejo, de aquel o aquella que ha llegado a la tercera edad, con su conocida canción mi viejo, que describe de manera acertada la existencia de quien ya está con bastantes años encima.
El calendario cristiano hace referencia también a esta edad cuando en este día 26 de julio hace memoria de los santos Joaquín y Ana, quienes según la tradición fueron los padres de la Virgen María de Nazaret, la madre de Jesús; son llamados por lo tanto los abuelos de Jesús, rango que les enmarca con cierta categoría especial en la historia.
La verdad es que los abuelos han tenido en la existencia de las familias un valor altísimo y hasta hoy algunos jóvenes gustan de tener abuelos y lo lamentan los que no los tienen; son fuente de historia, de memoria de la familia, referencia de un pasado que es interesante conocer, sabiduría acumulada que no surge de los libros o los títulos académicos sino de la experiencia del vivir cada jornada y acontecimiento.
Son caudal de sapiencia nuestros abuelos, son fuente de recuerdos, son testigos de un pasado como plataforma de un presente, son el eslabón del ayer, el hoy y el mañana; por ello es urgente que se les reconozca su valor, se les abra caminos de esperanza brindando solidez a sus vidas, protección para su etapa más lenta y a veces solitaria.
Los abuelos han pasado a ocupar un puesto de importancia en el mundo de hoy sobre todo en el caso de los adolescentes que engendran hijos sin ninguna preparación, como fruto de emociones pasajeras, fiestas del momento con sexo incluido, aventuras del sello juvenil casi siempre entre licor, música y droga; surgen embarazos casi siempre no deseados y al menos con menores que a duras penas saben lo elemental de una vida.
Pronto los niños nacidos de esas uniones terminan en brazos de los abuelos: cansados ya de la crianza de sus hijos, muchas veces en pobreza por estar por fuera del mercado laboral, agotados por las exigencias de la vida con el deseo de un descanso y de pronto se ven enfrentados a lo que ya había excluido del panorama vital: criar un niño.
El niño pasa a sus abuelos para crecer en carencia económica, sin el vigor de afectos porque ya están cansados y sienten como carga la llegada del nieto en hora intempestiva; de todas maneras hay que agradecer a estos abuelos la generosidad en la educación de estos nietos que sus padres adolescentes no quieren o no pueden educar y llevar adelante en forma adecuada.
Este es un nuevo capítulo en la vida de los abuelos; además de su sabiduría, del enlace en las familias, del aporte de su experiencia. Como Joaquín y Ana son regalo de la sociedad que hoy les reconoce su valor y significación en el contexto de la sociedad actual.
Gratitud, felicitación y reconocimiento a nuestros queridos abuelos, parte importante en la historia de nuestra sociedad hoy.
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