Efrain Castaño


Reflexionando en las lecturas proclamadas con ocasión del domingo anterior en las misas, me parece que son tan profundas sus enseñanzas que he decidido comentarlas.
No se puede ocultar la avalancha de trabajo, luchas por superación, búsqueda de mejores oportunidades, diálogos para frenar guerras, violencias, matanzas, acercamientos a nivel hogareño, de pareja, de empleo, de naciones buscando soluciones y caminos de progreso hacia una paz estable; pero la verdad es que la violencia aumenta, los fastidios fluyen, los alejamientos se convierten en odios y destrucción.
La primera lectura me parece que ofrece este escenario: Dios manda al profeta escogido, le dice que sea valiente y claro, que difunda el llamado a cambios, que trabaje por el bien general; pero la historia dice que poco se logró de tan enorme tarea, que pocos hicieron caso y que a veces el mismo profeta entró en momentos de desaliento y tentación, de retirada y silencio.
Pero luego la segunda lectura de la carta a los Corintios y el Evangelio de Lucas dan unas luces decisivas que muestran eI por qué casi no se logra una pizca de paz o de cambio de vida.
Se dice que los Nazarenos admiraban el mensaje del Señor no solo por su integridad, sino porque estaba respaldado por su actitud de misericordia, de un amor bondadoso y abierto a todos buenos o malos, según se les califique.
Les golpeó el anuncio dado sobre la apertura del corazón de Dios hacia todos, todas las edades y condiciones y por ello quisieron eliminarlo por el despeñadero; se dice que la columnata del Vaticano representa los dos brazos abiertos de Dios hacia toda la humanidad para un abrazo cálido y alegre.
La carta a los Corintios pone acento claro: si en todo lo que hago, digo y deseo no tengo amor, no soy nada, parezco una campana que no tiene sonido, estoy dando golpes al vacío: solo el amor permite construir congregar, atraer, arreglar todo asunto, aclarar toda confusión, llevar adelante todo programa.
Está claro; hay que planear, laborar, buscar progreso, pero sin el amor bien difícil es lograrlo; en vez de descartar debemos insertar, incluir; en lugar de ignorar a los otros porque son distintos o no me agradan debemos mirar con simpatía, en lugar de despreciar es preciso estimular. Buen trabajo nos espera: incluir, acoger, no descartar ...es decir, amar cada día.
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