Me causó buena impresión una sección de Mafalda, aquella niñita precoz e inteligente, protagonista del comic creado en 1962 por Quino y que con sus gestos, preguntas y respuestas pone a los adultos en aprietos.
 La escena la presenta frente a un mapamundi y ella señalando con su dedo dice al mundo: “prométeme que vas a durar hasta que yo sea grande”. Como van las cosas la pregunta es válida porque parece que nos hemos propuesto destruir, dañar, afear toda la belleza de la creación.
 Cuidar la tierra y su ámbito de vida es tarea de todos, de cada uno no solo de los gobiernos de turno que ya lo vemos suscitan guerras que traen caos y destrucción, también ciertas empresas irrumpen y ahogan la respiración de la naturaleza.
 Vamos tomando conciencia sobre el papel de cada uno en el bienestar general tanto en las siembras como en el consumo y el uso de elementos que pueden causar año a la tierra y a los humanos y todo viviente.
 Me gusta pasearme por las páginas de la Sagrada Escritura que desde el Génesis presenta a Dios gozando de la creación , “pues vio que era bueno “ ; los salmos son en gran número enumeración de todos los seres que existen llamando a la alabanza, al gozo y al lucimiento del existir; el Apocalipsis que es presentado como destrucción y eliminación es por el contrario un canto a la belleza final que después de pasar por crisis de crecimiento y adaptación llega a un estado de armonía y belleza sin igual.
 El papa Francisco ha contribuido con su famosa carta “Laudato si” al llamamiento para considerar la tierra y el cosmos como casa de todos, pero con la insistencia en el cuidado que debemos tener para conservar y rescatar a tiempo las parcelas de la tierra que se han degenerado.
 Es un llamado a la responsabilidad no solo de los organismos sociales con influencia general sino a cada uno de nosotros.
 Debemos retomar el amor a la tierra, el embellecimiento de la porción que tenemos a nuestro cargo; es actitud cívica, ética y religiosa que hace posible que el mundo no sea destruido.