Efraim Osorio


“El muerto a la huesa, y el vivo a la mesa”, refrán que significa que a quien fallece lo enterramos y los que quedamos continuamos con nuestros acostumbrados quehaceres. Y en 1935, después de la muerte trágica de Carlos Gardel, la gente comenzó a decir “murió Gardel, y el mundo sigue su marcha”. Recordé estos refranes después de releer, por insinuación de un amigo, la siguiente nota de primera página de LA PATRIA: “Medidas para proteger a las víctimas de desaparición forzada que se encontrarían en el cementerio El Carmen, de Ríosucio, decretó la JEP” (“Seis meses sin sepelios ni exhumaciones”, 3/6/2021). Ya los muertos, muertos están, y lo único que por ellos puede hacerse, además de llorarlos y recordarlos, es desearles que el Señor les conceda el descanso eterno. Ya no se pueden ‘proteger’. Las que sí se deben ‘proteger’ y ‘reparar’ son las víctimas indirectas, es decir, sus deudos, muchísimos de los cuales, aún –después de cinco años de expectativa– siguen pendientes de que alguno toque a sus puertas para anunciarles que su espera terminó. Lo que ocurrirá ‘el día de San Blando’. En pocas palabras, la noticia debió ser dada de otra manera. Preguntas al margen: ¿Tiene la JEP jurisdicción sobre los cementerios? ¿Puede la JEP prohibir el entierro de los muertos en el único lugar destinado para ese fin?
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El verbo ‘agredir’, antes, cuando hablábamos y escribíamos buen castellano, era defectivo, es decir, sólo se conjugaba en las inflexiones cuya desinencia fuera ‘i’ o empezara por esta letra (‘agredí, agredió, agrediesen’). Y sigo considerándolo así, no la Academia de la Lengua, que ya lo consagró como regular, por lo que está bien empleado, no para mí, en la siguiente oración del columnista Jaime Escobar Herrera: “…cómo se agreden jóvenes enfilados en bandos opuestos pero con seguridad carentes de las mismas necesidades…” (LA PATRIA, 5/6/2021). La doctrina de la institución citada sería aceptable si ‘agredir’ no tuviese sinónimos. Los tiene, y muchos: ‘golpear, herir, acometer, embestir, arremeter, atacar, asaltar, violar’, etc. Además, sus inflexiones regulares son cacofónicas. No obstante, el que manda, manda. Pero en la misma oración, el señor Escobar tuvo un descuido ‘así de grande’ con el adjetivo ‘carentes’, pues con éste la idea expresada es la contraria de la pretendida. En efecto, “carentes de las mismas necesidades” quiere decir que ‘no las padecen’, porque ‘carente’ califica al que ‘algo le hace falta’. De Perogrullo. “…que tienen o padecen las mismas necesidades”. Así, sí,
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A los términos mal empleados que me han tenido ocupado últimamente – ‘tramitar, gestionar’ y ‘narrativa’– agrego hoy ‘regentar’, empleado por el columnista Cristóbal Trujillo Ramírez en la siguiente declaración: “…este hecho que parece de baja complejidad no se ha dado por voluntad política de los gobiernos que históricamente han regentado estos procedimientos” (LA PATRIA, 4/6/2021). El ‘procedimiento’ (del verbo latino ‘procedere’ –‘marchar adelante, avanzar, adelantarse, aparecer’– es la “acción de proceder, el método de ejecutar alguna cosa”) se ‘realiza’, ‘se lleva a cabo’, pero no se ‘regenta’, porque este verbo significa lo siguiente: “Desempeñar temporalmente ciertos cargos o empleos. // 2. Ejercer un cargo ostentando superioridad. // 3. Ejercer un empleo o cargo de honor”. Viene del verbo latino ‘regere’ (‘dirigir, guiar, regir, conducir’). La precisión en el uso de las palabras es necesaria para expresar con claridad la idea que queremos difundir.
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‘Apócope’ es una figura de dicción por medio de la cual se suprime un sonido (una o varias letras) al final de una palabra, casi siempre por eufonía, verbigracia, ‘gran’ de ‘grande’. La apócope del adjetivo indefinido ‘cualquiera’ –pronombre, también– es ‘cualquier’, que se emplea cuando precede inmediatamente a la palabra que determina, por ejemplo, ‘cualquier perico de los palotes se autodenomina vocero del pueblo’. Norma que debió aplicar el columnista de El Tiempo Carlos Caballero Argáez en esta frase: “…nuestro sistema democrático (…) es mejor que cualquiera otro que pueda imaginarse” (5/6/2021). “…que cualquier otro…”. Suena mejor, ¿cierto?
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