Efraim Osorio


Dos frases del jesuita Francisco de Roux: “Todos y todas lo testimonian inmediatamente…”. “La realidad es que todos ponemos obstáculos en nosotros mismos…”. (El Tiempo, 8/6/20179. Entonces, ¿no están incluidas las mujeres en la segunda? Con razón dice Jacinto Cruz de Elejalde que el ‘lenguaje incluyente’, además de farragoso, nocivo e inútil, es traicionero.
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El adverbio de tiempo ‘antes’ murió. Que descanse en paz. En su lugar, los escritores lo están remplazando ingenuamente por el adjetivo ‘previo’. Es otra de las corruptelas del siglo XXI. De muestra, los siguientes zafiros: “La Procuraduría exhortó (…) para que previo a la formalización del contrato que perfecciona la venta…” (LA PATRIA, Salud, Colprensa, 7/6/2017). “…un examen exhaustivo que deben soportar los accionados, previo al traslado de la solicitud…” (Ibídem, Primer plano, 10/6/2017). En los dos ejemplos, el disparate ‘previo a’ debe ser sustituido por la locución de tiempo ‘antes de’, o, si ésta les parece muy anticuada, por el adverbio correspondiente, ‘previamente’, que, en muchas frases, disuena. El columnista de El Tiempo Carlos Caballero Argáez tiene una frase, ejemplo de cómo emplear bien el adjetivo ‘previo’. Es ésta: “Las decisiones de inversión debían llegar evaluadas a esa instancia (…), previa la lectura del documento…” (10/6/2017). Y detrás de ‘previo’, mal empleado, y jarreteándolo, viene ‘contrario’, mal usado también. ¡Pobre castellano!
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El columnista y periodista Óscar Domínguez, también ajedrecista y, para seguir con los istas, ex seminarista, fue censurado porque engulló, como si fuese un peón, un alfil o una reina, una de las ‘ees’ de ‘reemplazar’. Su respuesta, atinada de alguna manera, fue que sobraba. Escribo ‘atinada de alguna manera’, porque castizamente el verbo -en todas sus inflexiones- y su sustantivo se pueden escribir de las dos maneras: ‘reemplazar, remplazar’, ‘reemplazo, remplazo’. En el lenguaje hablado, la tendencia suprime una de las dos vocales iguales cuando concurren en una palabra, generalmente por la presencia de un prefijo, tendencia que puede trasladarse al lenguaje escrito. Sin embargo, no siempre se puede seguir este uso, pues en muchos casos dicha elisión le cambia el sentido a la palabra, por ejemplo, en ‘reemitir’ (‘volver a emitir’) y ‘remitir’ (‘enviar’); ‘reestablecerse’ (‘volver a establecerse’) y ‘restablecerse’ (‘recuperar la salud’); ‘reescribir’ (‘volver a escribir’) y ‘rescribir’ (verbo anticuado, ‘contestar, responder por escrito a una carta u otra comunicación’), y ‘semiilegal’ (‘medio ilegal’) y ‘semilegal’ (‘medio legal’). Puede, pues, seguir haciendo sus siestas plácidamente el ameno escritor OD. Nota: Cuando concurren las dos ‘oes’, la costumbre las conserva, como en ‘cooperar, coordinar, cooptar, coordinar’.
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Papel Salmón dedicó dos páginas de la edición de la segunda semana de junio de 2017 al malogrado poeta Carlos Héctor Trejos Reyes. La nota fue redactada por el escritor Conrado Alzate Valencia. De su libro “Poemas de amor y desamor”, selecciona algunos ejemplos, entre ellos, éste: “Elevaré las murallas donde quieras / y aunque hallan rejas / jamás serás prisionera”. Ignoro si este garrafal error, ‘hallan’, se encuentra en el texto original del joven poeta. Entre paréntesis, el escritor Gabriel García Márquez nunca quiso corregir el error, ‘había’ por ‘habría’, que se encuentra en la primera oración de su inmortal novela. Pero el yerro -de dos yemas, además- de este muchacho debió ser enmendado por alguien en cualquier trecho de la trocha que recorren las obras literarias antes de ser publicadas. Es tan evidente el gazapo -‘hallan’ por ‘haya’-, que no me explico por qué no fue corregido. “Y aunque no haya rejas / jamás serás prisionera”, es lo correcto, porque ‘no encuentren rejas’, me parece, no tiene sentido.
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Martillar, aunque sea inútil, no está por demás: los escritores deben tener a la mano dos diccionarios, el regular y uno de sinónimos, para no confundir, por ejemplo, ‘trasegar’ con ‘recorrer’, ‘problemática’ con ‘problema’ o ‘prístino’ con ‘transparente’. Estoy seguro de que el columnista Flavio Restrepo Gómez los tiene, digo, esos dos diccionarios, pero no los consultó cuando escribió la siguiente frase: “A él le parece prístino, a mí me parece una vergüenza” (LA PATRIA, 8/6/20179. ‘Prístino’, señor, es ‘primitivo, primero, original, antiguo’, no ‘cristalino, transparente, limpio, diáfano’. Ni ‘abrogarse’ es ‘arrogarse’ (15/6/2017). No lo afirmo yo, lo dicen esos diccionarios.
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