Efraim Osorio


Cuando decimos que un escritor tiene muy buena ‘narrativa’ expresamos que sus novelas, si es novelista, o sus cuentos, si es cuentista, están relatados de acuerdo con las normas de esas obras literarias, además de la excelencia en ellos de su toque personal. La ‘narrativa’, como género literario, abarca la novela, la novela corta y el cuento. Y en general, la ‘narrativa’ es sinónimo de ‘narración’, acción y efecto de narrar. Actualmente, a los escritores les ha dado por llamar ‘narrativa’ a las causas, circunstancias, o no sé qué más, de un hecho, de una tendencia o de cualquier cosa. Por ejemplo, el columnista Álvaro Sierra Restrepo la emplea tres veces en su artículo: 1ª.) “…otros porque la ven (a la verdad) como competencia de las narrativas con las que justifican la guerra”. 2ª.) “Todos, guerrilleros, agentes del Estado y ‘terceros civiles’, enfrentan el desafío mayor de confrontar sus narrativas heroicas de la guerra con las verdades perturbadoras…”. 3ª.) “Hoy, en Colombia, el mejor camino para mantener la polarización es insistir en las narrativas que justificaron la guerra”. (El Tiempo, 21/4/2017). Después de leer juiciosamente estos tres ejemplos, traté de encontrarle a ‘narrativa’ la palabra que la reemplazara en cada uno de ellos, con el siguiente resultado: en la primera, ‘motivos’ o ‘pretextos’; en la segunda, ‘acciones’ o ‘quehaceres’, y en la tercera, ‘causas’ o ‘circunstancias’. ¿Acertaría? Una semana después, en la columna del monotemático Ricardo Silva Romero, hallé otra palabra para reemplazar a ‘narrativa’, ‘¡espectáculo!’: “Ordóñez no es una anécdota sino un espectáculo -lo que los creadores del “empoderamiento” llamarían una narrativa- que repite las estrategias de las películas taquilleras…” (El Tiempo, 28/4/2017). Y así, con este empleo arbitrario y esnobista del vocablo ‘narrativa’, podemos echar mano de casi todos los sustantivos de un diccionario para reemplazarlo, porque para los que lo emplean significa cualquier cosa. Olvidan que la ‘narrativa’ no es más que la manera de contar un cuento.
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En todos los contratos de arrendamiento están los ‘arrendadores’ y los ‘arrendatarios’: los primeros son los dueños de los inmuebles o sus representantes; los segundos, los que toman en arriendo la propiedad. Con motivo de los subsidios a los damnificados en la tragedia del barrio Aranjuez de Manizales, y de otros barrios aledaños, en nota de primera página de LA PATRIA se lee: “Dicen (las víctimas) que los arrendatarios están abusando” (25/4/2017). “Dicen que los arrendadores están abusando”, es, además de la expresión correcta de la información, lo que siempre sucede en casos semejantes. Los avivatos nunca duermen. Nota: Semánticamente, ‘arrendador’ es la “persona que da o toma en arrendamiento alguna cosa” (El Diccionario).
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El sustantivo ‘hada’ es común, es decir, “se aplica a personas o cosas pertenecientes a conjuntos de seres a los que conviene igualmente por poseer todos las mismas propiedades”, en este caso, las ‘hadas’, “seres fantásticos que se representaban bajo la forma de mujer, a quienes se atribuía poderes mágicos y el don de adivinar el futuro”. En su artículo ‘Oasis’, el padre Gonzalo Gallo escribió: “Cierto día La Hada de la compasión hizo magia…” (LA PATRIA, 1/5/2017). Es éste un gazapo de dos yemas, porque, respetando las normas de la ortografía, debió escribir: “Cierto día el hada de la compasión…”. Con minúscula inicial, porque, como enseña la gramática, es un sustantivo común; y, aunque femenino, es un nombre que empieza con ‘a’ en sílaba acentuada, por lo cual, y por eufonía, lleva el artículo masculino, como ‘el agua’, ‘el harpa’, etc. Por lo tanto, fuera de ‘jabones Hada’ (nombre propio), todas las ‘hadas’, buenas o maléficas, se escriben con minúscula inicial y con el artículo masculino, determinado o indeterminado.
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En El Tiempo hay ahora un titulador que olvidó una norma gramatical elemental: por regla general, el complemento directo no pide la preposición ‘a’. Por lo cual, sobra en la siguiente oración: “La Sociedad Internacional de Billetes eligió al billete de cincuenta francos franceses como el más bello...” (Economía y negocios, 1/5/2017). “…eligió el billete de…”, es lo castizo.
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