Efraim Osorio

El sufijo ‘-ivo’ forma adjetivos derivados de participios o sustantivos, y puede significar capacidad para lo significado por el elemento principal, por ejemplo, ‘combativo’ (‘dispuesto para el combate’) e ‘invasivo’ (‘que invade’ o ‘puede invadir’). Este adjetivo, ‘invasivo-a’, fue acogido por la Academia de la Lengua en su diccionario del 2001, y solo para su uso en biología y medicina, para esta última disciplina con esta definición: “Dicho de un procedimiento diagnóstico o terapéutico. Que obliga a penetrar en el cuerpo mediante una incisión en la piel o a introducir en él un instrumento o material extraño al organismo”. Según esto, con dicho adjetivo no se pueden calificar vehículos que ocupan lugares arbitrariamente. Así los calificó la columnista María Claudia Lacouture: “…vendedores ambulantes incisivos y, como si fuera poco, con vehículos invasivos” (El Tiempo, Playas de Cartagena, 27/2/2017). ‘Vehículos invasores’, sí. Además, ¿”vendedores ambulantes incisivos?”. ¿Cortantes, punzantes, mordaces? De ninguna manera. ¡Ah, cómo hacen de falta los diccionarios!
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El adverbio de lugar ‘acullá’, viejo de seis siglos, y que la Academia de la Lengua llama ‘adverbio demostrativo culto’ (ganas de complicar las cosas), viene de las palabras latinas ‘eccum’ (‘ecce’ - ‘hé aquí’) e ‘illac’ (‘por allá, por aquella parte’), significa propiamente ‘hé allá’, o, simplemente, ‘allá’, pero su uso está restringido a las locuciones ‘aquí y acullá’ (‘por esta y la otra parte’) y ‘aquí o acullá’ (‘por una u otra parte’). Me movió a hablar de esto la siguiente frase del asiduo corresponsal de nuestro periódico el señor Ernesto Quintero Gil: “Mañana serán más tragedias aquí y acuyá si no remediamos la causas” (Voz del lector, 7/3/2107). Además del patente de ortografía, hay un error conceptual, pues habla de ‘remediar las causas’. Las causas no se pueden remediar, y muchas de ellas, como las naturales o las propiciadas por los terroristas, ni siquiera prevenir. Para éstas, aunque muchas veces parece imposible, hay que estar preparados, así sea nada más que para reparar los daños causados, enterrar los muertos y ayudar a los perjudicados. Como este tema da para un Ensayo, paso al siguiente: En la muestra citada encontré también esta ininteligible frase: “Quien merece ayuda gubernamental debe hacerse; y quien no quiere hacerlo hay que obligarlo”. Mi interpretación de ella es la siguiente: “A quien necesita y merece ayuda gubernamental, debe prestársele; y al responsable de darla que no lo hace, obligarlo a que cumpla con su deber”. ¿Así?
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Los siguientes son dos ejemplos de cómo emplear mal el gerundio: “…por donde observamos la presencia de actividades industriales ocupando el cauce de la quebrada Olivares” (LA PATRIA, Luis Acebedo, 1/3/2017). “Se trata de un minucioso mensaje a un pastor exponiendo la tremenda capacidad…” (Ibídem, Carlos-Enrique Ruiz, 12/3/2017). Ni ‘ocupando’ ni ‘exponiendo’, que deben ser reemplazados por ‘que ocupan’ y ‘que expone’. Sobre nuestro hermoso ‘gerundio’ es mucho lo que hay para escribir, pero únicamente expongo la regla de oro: El gerundio sólo debe emplearse cuando hay simultaneidad de dos acciones. Por ejemplo, “Toda la noche la pasó gimiendo / su compañero en el laurel vecino” (La tórtola, Epifanio Mejía). Las dos acciones son ‘pasar la noche’ y ‘gemir’. La naturaleza del gerundio pide que solamente puedan ejecutar su acción seres vivos, fenómenos naturales y máquinas que tengan movimiento propio, como una locomotora o un automóvil. Y, fenómeno de extrañar, ese desatino se presenta con más frecuencia en el lenguaje escrito que en el hablado, pues en éste siempre lo usamos correctamente, verbigracia, “-¿Dónde estuviste? –Anduve todo el día haciendo vueltas en mi EPS. ¡Día perdido, carajo!”.
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‘Quehacer’ es ‘una ocupación, un asunto o un negocio que hay que llevar a cabo’. Se emplea más en plural, por ejemplo, ‘los quehaceres domésticos’. Su origen es evidente. El columnista John Harold Gómez Herrera, en sus Lumieradas, escribió: “…dos historias suculentas e incluso la muy mentada La la land, ofrecen gala del que hacer norteamericano…” (LA PATRIA, 26/2/2017). En el lenguaje hablado, por supuesto, suena igual con la separación -como la escribió el columnista- o sin ella, pero en el escrito, por tratarse de un sustantivo, tiene que escribirse como una sola palabra.
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