Efraim Osorio


Tropiezo a veces con ciertos errores de ortografía que me hacen pensar que quienes los cometen le creen a pie juntillas al corrector automático del sistema. Que no es infalible, la verdad sea dicha. Es lo que considero que le sucedió a la columnista de El Tiempo Lina Arbeláez con el vocablo ‘consiente’, empleado por ella en lugar del adjetivo ‘consciente’ en esta oración. “Sin embargo, debemos hacer un esfuerzo para que esta crisis sea la oportunidad de tener un mejor planeta, uno más consiente…” (9/4/2020). El sistema que digo no se lo corrigió, porque él no ‘raciocina’, no tiene por qué saber que en esa frase no se trata de la tercera persona del singular del presente de indicativo de ‘consentir’, ‘consiente’, sino del adjetivo ‘consciente’ (“que siente, piensa, quiere y obra con conocimiento de lo que hace”), que viene del verbo latino ‘conscire’(‘ser sabedor, tener conocimiento de, ser consciente’) a través de su participio presente ‘consciens-conscientis’ (‘el que tiene consciencia de’). Y el sistema, repito, no le corrigió el error, porque ‘consiente’ es una inflexión verbal legítima, y, por ello, ciento por ciento castiza. Queda, sin embargo, la posibilidad de que a la escritora se le hubiese embolatado la ‘ce’ en el teclado. Ocurre.
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En castellano no existe el verbo ‘interdictar’, menos, por lo tanto, su gerundio ‘interdictando’, empleado según un radioyente por el contraalmirante Evelio Ramírez cuando dijo que a las aeronaves del narcotráfico que se encuentran en tierra “las están interdictando” (RCN Radio, 11/4/2020). En nuestro idioma tenemos solamente el término jurídico ‘interdicto’, que significa “juicio posesorio, sumario o sumarísimo”, y el sustantivo ‘interdicción’, “acción y efecto de interdecir” (anticuado, ‘vedar, prohibir’), de ahí, en Derecho, la ‘interdicción civil’, a saber, “la privación de derechos civiles definida por la ley”. El gerundio del contraalmirante me dejó en Babia, porque no encontré uno que lo reemplazara: ni ‘prohibiendo’ ni ‘interceptando’, quizás ‘expropiando’, el preferido del difunto Chaves. ‘Confiscando’, quizás, o ‘interviniendo’. Como dije, en Babia me dejó ese gerundio, como el verbo ‘intersectarse’ de esta oración: “Tristemente, por causa de la discriminación y la segregación aún vigente en ese país, estos dos grupos tienden a intersectarse en grandes proporciones” (El Tiempo, Sandra Borda, 14/4/2020). Tal vez algún conocedor de la geometría pueda explicarlo, por aquello de la ‘intersección’. ¿Cruzarse’?.
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De los diez primeros números cardinales, el único que tiene femenino es ‘uno’, ‘un sombrero’, ‘una casa’, género que conserva cuando entra en combinación con ‘veinte’, ‘treinta’, etc., ‘veintiuna casas, treinta y una casas’. Son pocos los comentaristas y locutores que respetan norma tan sencilla, por ejemplo, el periodista Sergio David González de RCN televisión, que así anunció: “En Bogotá, hay mil ciento veintiún personas infectadas” (Noticias, 7 p. m., 10/4/2020). Y la publicidad de una serie de televisión dice por estos días: “Tenemos más de veintiún razones para…”. Si decimos ‘una persona infectada’, ¿por qué no ‘ciento veintiuna personas infectadas’? Y si decimos ‘una razón’, ¿Por qué no ‘veintiuna razones’? Es lo lógico, ¿no?
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Podemos decir que en castellano no existe la desinencia ‘-age’, pero sí ‘-aje’, que forma sustantivos que expresan ‘acción’ (‘abordaje’, ‘aterrizaje’, ‘viraje’), designa derechos que hay que pagar (‘bodegaje’, hospedaje’) y expresa conjunto (‘ramaje’, ‘oleaje’). Son, pues, escasísimas las palabras que en castellano terminen en ‘-age’, por ejemplo, el galicismo ‘garage’, que debería escribirse siempre ‘garaje’, y ‘ambages’, escrito con ‘jota’ por el columnista de Eje 21 Hernando Arango Monedero en esta frase: “Día a día oímos en todas partes de quienes no tienen empacho en evadir sus obligaciones para con los demás y señalan sin ambajes al resto de ciudadanos…” (12/4/2020). Se escribe con ‘ge’, porque es un término tomado directamente del latín ‘ambages’ (‘rodeos o caminos intrincados, rodeos de palabras, circunloquios’). Y está entre nosotros desde el siglo XVI.
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