Eduardo García A.

El 25 de agosto Álvaro Mutis hubiese cumplido 99 años y el año entrante por lo tanto se convierte en la celebración de su centenario por parte de sus muchos lectores en el mundo, amigos y personas que lo conocieron a lo largo de su vida de 90 años. El autor de la Summa de Maqroll el Gaviero murió con plena lucidez el 22 de septiembre de 2013 en la Ciudad de México, donde vivió la mayor parte de su vida desde los años 50, publicó inicialmente la mayoría de sus libros y escribió gran parte de su obra.
Mutis (1923-2013) se anticipó apenas un semestre a la partida de su gran amigo y vecino Gabriel García Márquez (1927-2014), quien en abril de 2014 falleció después de varios años de sufrir la terrible enfermedad del olvido, que lo llevó a no reconocer a sus familiares y amigos más cercanos e ignorar que alguna vez escribió Cien años de soledad o que obtuvo el Premio Nobel en 1982. Antes nadie se atrevía a pensar que esta enérgica dupla de amigos colombianos geniales refugiados en México desaparecería de un momento para otro, dejando atrás una larga aventura literaria y una época que no volverá a repetirse.
Quienes coincidimos con ambos en la Ciudad de México cuando se encontraban en plena actividad, nos acostumbramos a seguir sus pasos y conocer con entusiasmo sus éxitos editoriales, en un tiempo anterior a la era de internet y de las redes sociales, que cambió para siempre los paradigmas del ejercicio literario y los criterios y modalidades de consagración, fama y gloria. Ahora vivimos otra época literaria llena de incógnitas que deja atrás la era de Gutenberg.
Eran profundamente diferentes en gustos literarios e ideas políticas, pero la vida los reunió desde muy jóvenes en la Colombia de los años 50. Mutis, un hombre práctico que no terminó el bachillerato, trabajaba en radio, publicidad, empresas aéreas y petroleras y García Márquez, graduado en un colegio de Zipaquirá y que no culminó su carrera de derecho, ejercía el periodismo en la costa, de donde lo trajo el poeta tendiéndole una trampa para que lo contrataran en El Espectador, para iniciar allí su carrera milagrosa y fulgurante.
Mutis tuvo que emigrar hacia México en 1956 y García Márquez poco después quedó varado en Europa tras el cierre por la dictadura de Gustavo Rojas Pinilla del diario El Espectador. El primero fue acogido en México por los jóvenes escritores de su generación, entre ellos Octavio Paz, Elena Poniatowska y Carlos Fuentes, y se ganaba la vida en empresas de publicidad, mientras el futuro Nobel, después de vivir su aventura europea, reanudó su actividad periodística primero en Venezuela y después en Colombia en la oficina de Prensa Latina, bajo el entusiasmo de la recién exitosa Revolución cubana de Fidel Castro y Ernesto Che Guevara.
El destino los volvería a reunir en 1961, cuando Mutis invitó y recibió en la capital mexicana a su amigo, quien decepcionado de Prensa Latina en Nueva York y sin trabajo, recaló en México, donde el autor de Los elementos del desastre lo conectó con su medio y le consiguió empleo en publicidad primero y luego en revistas populares como Sucesos para todos. La vida siguió su rumbo para ambos en el nuevo país que los acogió para siempre.
En 1960 la Universidad Veracruzana había publicado a Mutis su Diario de Lecmberri, donde cuenta su paso por el Palacio negro en espera de una decisión judicial, y dos años después la misma editorial publicó a García Márquez Los funerales de la mama grande, con lo que se inició un nuevo episodio del ascenso del costeño a la gloria. El poeta Francisco Cervantes me contó como viajaron en un Volkswagen él y los dos colombianos a Xalapa, la capital de Veracruz, a proponerle a Juan Vicente Melo la edición del libro de cuentos de quien en menos de un lustro saltaría a la gloria con Cien años de Soledad.
Pero esta es la prehistoria de una aventura que poco a poco se transformaría en leyenda. Los colombianos hicieron de México su nueva patria y los mexicanos los adoptaron como si hubieran nacido ahí. Hacia el fin del siglo ambos gozaban de un prestigio merecido por su fe en la literatura y la palabra. El siglo XXI significó el ineluctable crepúsculo para ambos y ahora ya avanzado el nuevo milenio nos acercamos raudos a celebrar sus respectivos centenarios, en 2023 para Mutis y en 2027 para García Márquez. Los celebraremos leyéndolos y recordándolos.
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