Que los estudiantes tengan que salir masivamente a marchar para demandar presupuestos para el sostenimiento de sus programas constituye realmente una señal muy dolorosa para cualquier país.
Entendemos que financiar debidamente la educación en Colombia ha sido una tarea difícil, pero la razón ha estado en que nunca se han identificado las prioridades y esta es la razón por la cual el problema se acumula y cada vez presenta dimensiones más preocupantes.
Saber que el déficit para funcionamiento llega a los $3,2 billones y que el de infraestructura bordea los $15 billones resulta ser verdaderamente alarmante, sobre todo con un sector tan fundamental para la formación de la sociedad y para la obtención de los niveles de desarrollo apropiados.
Desde el gobierno del presidente Gaviria se hicieron unos análisis en los cuales participaron representantes de los organismos internacionales más importantes del mundo y se llegó a la conclusión de que si Colombia no aprovechaba los recursos del petróleo para estimular la educación, mala sería la tarea para el futuro y el país debía olvidarse de alcanzar niveles de desarrollo decorosos.
Las recomendaciones no se han tenido en cuenta nunca, y lo que vemos es que esas sumas representadas en las regalías han sido una fuente de corrupción aterradora, en donde los dineros se esfuman en toda clase de necesidades contractuales que no llegan a concretar beneficios esperados ni tampoco están destinados a atender unas prioridades preestablecidas.
Resulta muy triste pensar que habiendo contado con fuentes reales de financiación, como lo han sido los recursos del petróleo, estos no se han utilizado de manera apropiada debido a la carencia absoluta de voluntad política para imponer unos objetivos públicos ajustados a la atención de las realidades sociales del país.
Allá es donde hay que apuntar y estar en condiciones de tomar determinaciones fundamentales que lleven el escenario a lo que realmente requiere, predeterminando unos plazos que permitan visualizar la luz al fondo del túnel.
Tenemos un gobierno que apenas comienza, y sería bueno oír la visión de este nuevo escenario para saber a ciencia cierta si en el futuro tendremos la educación que anhelamos.
Es necesario pasar de las épocas de tapar pequeños huecos frente a las crisis, a aquella que en verdad aborde y solucione los problemas.
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