Darío Arenas Villegas


Manizales es otra. Después de las elecciones locales, va quedando claro que esa ciudad de las grandes capacidades, buenos resultados y anhelos de cambio, le va ganando la batalla a la ciudad de la desigualdad, el elitismo, el clientelismo y la corrupción. El pasado domingo prevaleció nuevamente el voto de los indignados y el voto de castigo a la coalición liberal-uribista, lo cual se expresó en la votación de Andrés Felipe Betancourth y un alto porcentaje de la votación de Carlos Mario Marín, ratificándose así el campanazo electoral de 2018 en las elecciones a Congreso, Presidencia y Consulta Anticorrupción.
Construir el cambio por el que votaron miles de ciudadanos, requerirá que uno de los principales propósitos del nuevo alcalde sea cerrar brechas y superar la desigualdad, ya que en Manizales y el país persiste un estado de cosas que genera que unos pocos tengan mucho, algunos tengan algo y demasiados tengan muy poco o nada. No podemos seguir en el cómodo lugar de creer que las cosas son perfectas solo porque hay altos niveles de orgullo y satisfacción, mientras la ciudad es tan inequitativa como Honduras o El Congo.
Varios son los retos si se quiere avanzar en esa transformación. La ventaja que le llevan los colegios privados a los públicos no puede continuar ensanchándose, razón por la cual se deben impulsar acciones como la ampliación de la formación en arte y cultura, la correcta implementación del PAE o la construcción de vías de acceso óptimas a las instituciones, al tiempo que se debe exigir una urgente reforma al Sistema General de Participaciones, para que lleguen más recursos de la nación a la educación oficial.
A partir de la ampliación de opciones de formación, la vinculación temprana en el sector público y privado, y el ajuste de condiciones comerciales y tributarias, se debe combatir el desempleo, el rebusque y el empleo de mala calidad, que afecta mayoritariamente a mujeres y jóvenes, y ha generado un exilio laboral por el cual miles de coterráneos andan con una hoja de vida bajo el brazo en otras ciudades del país.
En términos tributarios, se debe avanzar hacia un sistema municipal más equitativo, el cual podrá materializarse si, entre otras acciones, se deja a un lado la odiosa, antitécnica e inequitativa contribución por valorización y se implementa la participación en plusvalía, que la administración actual se negó a reglamentar pese a estar aprobada desde 2017 en el POT.
En términos de calidad de vida, dos asuntos van de la mano y deberán ser tratados de forma complementaria por la nueva administración: la movilidad y el espacio público. Sin reeditar el negociado del TIM y sin copiar el modelo Transmilenio que tantos líos ha generado en decenas de ciudades, hay que integrar el transporte público, buscando garantizar conectividad, disminución en las tarifas y sostenibilidad ambiental. Asimismo, deberá superarse el déficit general de espacio público efectivo que tiene Manizales y la diferencia existente entre barrios y comunas, sin menoscabar los derechos de miles de personas que trabajan en las calles, no por gusto, sino debido a la falta de oportunidades laborales formales. El Plan Maestro de Movilidad y el Plan Maestro de Espacio Público deberán pensarse y adoptarse en armonía, como parte de un mismo propósito.
Avanzar en el cierre de brechas y la reducción de desigualdades, requerirá que el alcalde electo, además de restablecer los vínculos de la sociedad civil con la administración pública, canalice la indignación y los deseos de cambio expresados el 27 de octubre en las urnas y conforme un equipo preparado y que se parezca mucho a lo que es hoy Manizales. Dejar que los políticos tradicionales asuman el control de la Alcaldía no es una opción, ya que cuando lo han hecho, han sido guardianes de interés y negocios personales, más no del bienestar general.
Las reformas urgentes que requiere la ciudad no dependerán exclusivamente de la nueva administración. La ciudadanía seguirá jugando un papel central y su nivel de veeduría y movilización será fundamental para construir el cambio que necesita Manizales.
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