Clara López Obregón


Con el paso de los días, se va sabiendo el contenido de la reforma tributaria que el gobierno considera indispensable para cubrir la catástrofe social de la pandemia y el hueco fiscal acumulado. Haría bien en reconsiderar el nuevo gasto público, como la compra de aviones de guerra por valor de $14 billones, en medio de la peor crisis de la historia reciente.
En plata blanca, el gobierno busca recaudar $30,5 billones de pesos, el doble del anuncio inicial de $15 billones. Del recaudo esperado, $10 billones irán para la justificación social del aumento del IVA, que asciende a ese mismo monto. Estos se destinarán al ingreso solidario introducido durante la pandemia y a mantener los subsidios existentes de familias en acción, jóvenes en acción y Colombia Mayor y la devolución del IVA.
El retrato dista mucho de la imagen “social” que el gobierno argumenta y que muchos medios han reproducido acríticamente. Lejos de la progresividad que habría de esperarse en medio de la creciente desigualdad acentuada por la pandemia, los aumentos del IVA afectarán directamente a las familias trabajadoras y de la clase media. Sus ingresos se reducirán en $10 billones, a razón de unos 500 mil a un millón de pesos por familia. No es cierto que no se afectará la canasta familiar “básica” pues productos como harina, pastas, carnes frías, embutidos, azúcar, sal, café, chocolate y gasolina pasan a pagar el 19%, casi cuatro veces más que la tarifa actual del 5% que desaparece.
De los $20,5 billones restantes del recaudo adicional esperado, $5,1 billones corresponden a la porción que debe transferirse a los entes territoriales y el resto irá a reducir el déficit fiscal. Este inmenso mayor recaudo equivalente a 2 puntos porcentuales del PIB, provendrá del aumento al impuesto sobre la renta. Las personas naturales aportarán más de la mitad ($16,8 billones) y las empresas ($3 billones). Entre las primeras están las pensiones de $7 millones que el presidente Duque ha calificado de “mega pensiones”, como si se tratara del abuso al que se refiere el término.
A los grandes contribuyentes que tienen capacidad de pago de sobra los tratan de manera más benigna. Las grandes empresas verán aplazadas las rebajas de impuestos introducidas en la anterior reforma y reducidas algunas de las exenciones y descuentos que aprovechan de tiempo atrás.
Sobra decir que este no es el momento para quitarle capacidad de compra a la gente que con su demanda contribuiría a la reactivación de la economía. La compensación social por las penurias de las cuarentenas requiere una inversión muy superior a la prevista en el plan social del gobierno, que en parte sustancial ya existía. Solo la renta básica propuesta por senadores independientes y de oposición, empezaría a resolver el retroceso social de la pandemia que devuelve a la pobreza al grueso de quienes lograron superarla durante los últimos quince años.
Finalmente, solo al Gobierno Duque se le ocurre gastar $14 billones en la compra de aviones de combate en esta coyuntura. Este valor corresponde al de la reforma tributaria inicialmente anunciada y que se duplicó cuando la comparación del nuevo recaudo con este gasto innecesario dejó al desnudo la cuestionable intención social de la reforma tributaria.
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