Fraile


Quienes pretenden circunscribir la realización de espectáculos taurinos a los nueve países de América y Europa donde la fiesta es más celebrada se equivocan, pues, como has visto a través de nuestra añeja relación epistolar, eventos con toros que acometen se han dado y se siguen dando en lugares tan remotos como la China, pasando por Grecia, por Turquía, donde alternaron Chico de la Camila, Negret y Frutitos, o por la India hasta llegar a la Argentina.
Y fue precisamente escudriñando la historia de la tierra del Che Guevara cuando me “topé” con la voz “vincha”, para mí desconocida hasta ese día y hube entonces de acudir a mi inseparable Pequeño Larousse Ilustrado para dilucidar su significado. Transcribo lo encontrado: “cinta o pañuelo que se ciñe a la cabeza para sujetar el pelo”. Y ya profundizando un poco más sobre la palabreja, encontré en el Diccionario de la Lengua de la Real Academia Española que sus raíces descienden del sustantivo Quechua “wincha” que es usado tanto en Argentina como en Bolivia, Colombia, Ecuador, Honduras, Paraguay, Perú y Uruguay. Qué tal; ¡y yo nunca lo había oído!
Pero en el fondo todo este introito va a que, aunque usted no lo crea como dice Ripley, en Casabindo, un pequeño pueblo ubicado en el departamento de Cochinoca, provincia de Jujuy, república Argentina, a tres mil quinientos metros de altura sobre el nivel del mar, se lleva a cabo una ceremonia religiosa con la intervención de reses bravas y toreadores no profesionales; vale decir, ¡se torea! ¡Hay corrida!
Para celebrar la Asunción de la Virgen se corren, en la plaza del pueblo, conocida como Pedro Quipildor, toros que acometen y que llevan atadas a sus astas una “vincha”, o balaca elástica con monedas de plata que deben ser retiradas por los ocasionales toreadores, que de lograrlo están obligados a ofrendárselas a la virgen. Para lograr su cometido los actores usan un trapo rojo, a guisa de muleta, con el cual le deben dar al menos tres “pases” al cornúpeta de turno antes de permitírseles tratar de tomar la cinta premiada. Si el torero retira la banda antes del tercer lance se considera “nula la toreada” y el lidiador no suma puntos en la competencia, de la cual sale victorioso aquel que más alto puntaje haya logrado, vale decir más vinchas haya podido retirar, habiendo cumplido con todas las reglas.
La Plaza Pedro Quipildor es un enorme espacio en piso de tierra rodeado por muros bajos construidos en piedra que para ver el espectáculo que corona la celebración de la Virgen, vale decir, El Toro de la Vincha, se usan como graderío o palcos, que año tras años se ven insuficientes para albergar la gran cantidad de espectadores que acuden de todos los pueblos vecinos para presenciar este ritual.
Los toreros saltan al “albero” de uno en uno, de manera disciplinada, siempre respetando el orden de inscripción existente que se hace previo al inicio del evento y pueden gastar un tiempo predeterminado para lograr su gesta. Una vez cumplido el plazo dado deben abandonar el ruedo e irse a los “tendidos” a curar sus penas, si no es que ya lo han hecho, con chicha y demás bebidas tradicionales que los llevan a olvidar el fracaso taurino.
Recibe un abrazo de tu amigo. El Fraile.
Añadido: No existen en el mundo espaldas más monumentales que las de muchos de nuestros aspirantes a cargos de elección popular, exgobernantes y gobernantes; todos los desmanes, cuando se destapan, ¡han sido hechos por otros y a sus gigantescas ídem!
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