Carolina Martínez


Ante la gravedad de los hechos me tocó ponerme seria: lo que pienso cuando el gobierno nacional les dice a los profesores que no hay plata, es que sí hay, para robársela, pero no para la educación de los colombianos. Y tienen toda la razón los representantes del gobierno en la mesa de negociaciones, pues donde se pongan a repartir la torta después no les alcanza para llenar sus buches. Qué importa que en las pruebas internacionales más importantes en educación, como PISA, Colombia esté muy por debajo del promedio de los países de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico -OCDE-, ni que esto sea consecuencia de que nuestros maestros son los peor pagados de Latinoamérica, junto con los de Bolivia, que también le va mal en las pruebas. Porque quiero decirles que todo esto está íntimamente relacionado, sobre todo con la corrupción, así vemos que los países más corruptos son los que menos plata invierten en educación, como Perú y Colombia y también son a los que peor les va en las pruebas internacionales. Y por otro lado, Chile que es el país latinoamericano que mejor le va en PISA, también es el que mejor le paga a sus maestros y, adivinen, es el segundo menos corrupto de América Latina, después de Uruguay.
Y las pruebas son lo de menos, pasar o rajarse no importa, como en el colegio, lo importante es aprender, prepararse para el futuro y la competencia de conocimientos aterradora a la que se verán enfrentados los muchachos para ganarse la vida. Qué crueldad con los nuestros, en el campo laboral en este mundo globalizado competirán con graduados de países como Luxemburgo, Alemania, Canadá, Australia y Holanda, que en su orden, son los que mejor les pagan a sus profesores y a su vez están en el ranking de los diez menos corruptos del mundo. Es que la plata no sobra como para estar regalándosela al futuro del país, la torta pública es grande y hay que untarle mucha mermelada.
A la corrupción, la desigualdad y el populismo hay que maquillarlos con falta de recursos para que justifiquen el atraso que vivimos por estos lados. Parecemos no saber que la capacidad de los países para competir en la economía global de conocimientos depende de una voluntad y responsabilidad real con el sistema educativo. Y esto requiere mejoras sustanciales, entre otras, en los salarios de quienes nos enseñan en colegios públicos, mejoras que también repercuten en la calidad de los resultados escolares y en una distribución más equitativa de las oportunidades de aprendizaje. Estas evaluaciones internacionales como el programa de PISA nos revelan amplias diferencias en el grado de éxito de los países con relación al fomento del conocimiento, y también que existe un gran campo para mejorar la eficiencia educacional. Algunos sistemas educativos del mundo dan prueba de que la excelencia en educación es una meta alcanzable a un costo razonable. Y también demuestran que el desafío de lograr una buena distribución de los resultados del aprendizaje, que además sea equitativa desde el aspecto social, puede abordarse con éxito si se quiere hacer, y que la excelencia es posible de alcanzar en todos los sistemas educativos, respecto de la mayoría de los alumnos, escuelas y colegios.
Entonces surge la pregunta del huevo o la gallina: ¿Las naciones grandes son grandes porque invierten en educación? ¿O porque invierten en educación son grandes?
Mientras tanto, ocho millones de estudiantes, felices, sin ir al colegio durante más de dos semanas. Y para reponer las clases parece que no van a tener vacaciones. Y qué culpa tienen de que el gobierno se atreva a decir que no hay plata para educación, qué culpa tienen de no estudiar en colegios privados o de que sus maestros ganen menos que los empleados públicos que se roban la plata de ellos.
Así que no me vengan con cuentos viejos y mal contados ¡Saquen la plata, que voluntad no hay!
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