Carolina Martínez


Que fuera uno venezolano. O africano. O costeño, uno colombiano siquiera. Pero pelar un culo lituano, chupado, blanco y sin gracia, qué maluquera. No es justo con los asistentes, ni a una playa nudista. Ahí sí me da pesar con los congresistas, sobre todo con ellas. Levantarse uno el 20 de julio para asistir a la instalación del nuevo Congreso de la República, ponerse sus mejores galas ejecutivas, zapatos nuevos, peinado de salón de belleza y un maquillaje discreto, perfumito, todo listo para empezar el circo y llegar allá para que le muestren, sin avisar, un culo de casi 70 años, eso no se lo merece nadie, por muy ladrón que sea. Y hay que estar muy loco para no ser consiente de esto. Porque una cosa es mostrarlo a los estudiantes revoltosos de la Universidad Nacional, hace 25 años, tiempos aquellos, pero otra es que un senador elegido por el pueblo colombiano con casi 600 mil votos inaugure mostrando nalga el acto protocolario de posesión de los congresistas el día de la celebración de los 208 años de la firma del acta de independencia de nuestra querida patria.
A Mockus eso le parecerá muy excéntrico, muy original, muy europeo quizás, pero entonces que vaya y lo muestre en Lituania, que allá todos deben ser como el de él. Aquí no estamos acostumbrados a eso. No somos como los gringos que los ve uno en las películas en esas escenas donde van en lancha de rumba por el mar y pasa otra lancha por el lado y el saludo es que se muestran el rabo unos a otros. Eso les parece lo máximo. Aquí Mockus nos quiere convencer de que es un acto pedagógico de cultura ciudadana. Dijo, o al menos eso fue lo que se le entendió, que “En un cuerpo colegiado no puede ser que mientras el orador habla diez o veinte ciudadanos se pongan a charlar entre ellos. Creo que es muy importante que cuando la gente habla sea escuchada. Entonces, el presidente era perfecto (sic) y muy buen informe, digamos, admirable. Pero cuando está el presidente empieza la gente a hacer ruido pues se vuelve absurdo, digamos, el presidente del Congreso hablando y la gente no oyendo”. Peor sería el presidente hablando y la gente mostrando culo, digamos, o sacándose mocus. Será que eso sí le parece de muy buena educación y muy civilizado.
Nos hace quedar muy mal a quienes hemos votado por él, alguna vez, para presidente, alcalde o senador. Incluida yo. Que lo quería. Pero después de esto ya no ¡Gas! Qué pecado, pero si con oírlo hablar sospechaba que estaba loco, ya no me quedan dudas. Cuando lo hizo como rector en el auditorio de la Universidad Nacional en 1993 me pareció genial. Voté por él después de eso. Pero esta vez sí se le fueron las luces, menos las del resplandor blancox de su trasero. Muchos lo apoyan, hasta Margarita Rosa de Francisco publicó el suyo en Twitter. Pero con vestido de baño puesto. Ni ella se atreve, aunque dijo que lo mostraba con orgullo patrio porque le ha costado mucho. Pero no hay punto de comparación entre el de ella y el del otro. Además Margarita estaba en el baño de su casa. Ella propone que todos lo mostremos como apoyo al honorable senador Aurelijus Rutenis Antanas Mockus Sivickas ¡Qué irresponsabilidad! Qué tal la secunde la senadora de Alianza Verde Angélica Lisbeth Lozano, o tener que verle el de Paloma Susana Valencia, si esa es la cara…
El acto simbólico de Mockus, como lo llama Angélica Lozano, debería tener una amonestación por lo menos, no digo cárcel, pero aunque sea manicomio. Su locura simbólica, como tirarle un vaso de agua en la cara a Horacio Serpa, o ir a la casa de Nariño disfrazado de súper héroe en decadencia con espada rosada de plástico al cinto, casarse en un circo montado en un elefante, todo eso puede importar un culo, pero es muy distinto a mostrarlo al país en transmisión en directo en la instalación del Congreso, así el Congreso no haga un culo.
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