Carolina Martínez


Bueno, hace ocho días quedamos en la tragedia que era largarse de la casa sin Whatsapp, y para corroborarlo voy a copiarles esa carta que recibieron mis papás un mes después de que la mandé desde Inglaterra contando la odisea de mi llegada a ese país, cuando yo era más montañera de lo que soy ahora:
Quiero contarles que en todo me ha ido muy bien, pero ahorita estoy en lo peor. Llegué a Londres y no había nadie esperándome en el aeropuerto. Y en este momento estoy sentada en unas escaleras de una casa que no sé si es la mía. Del aeropuerto en Londres me fui en taxi a Victoria Station para coger yo solita el tren que me llevaría a mi dulce nuevo hogar en Brighton, que al parecer es éste, aunque me ha resultado un poco amargo. Llegar aquí ha sido un largo camino a punta de señas. De la estación de Brighton cogí otro taxi y llegué a este edificio. La puerta no tiene número pero el taxista dijo que tiene que ser aquí. Bajó la maleta del carro y se fue rápido antes de encartarse conmigo. En el apartamento 4 no contestan. Estoy por creer que no me están esperando… Timbré en todos los apartamentos y alguien abrió desde arriba, de un momento a otro, después de una hora, se abrió esa puerta y yo me entré volada. Oscuro como boca de lobo, subí con la maleta como 30 escaleras y cuando llegué al apartamento 3 salió una señora y le pregunté ¿Jeane Adkins? me contestó que ella no era y me cerró la puerta en la cara. Luego timbré en otro y salió una viejita súper brava que tampoco era Jeane Adkins.
Voy a bajar a preguntarle la hora a alguien que pase, pero no me puedo alejar mucho de la puerta porque si se cierra después no me dejan entrar y ahí sí peor. Pasó un señor y le pregunté what time is it y me entendió ¡por fin alguien entiende lo que digo! miró su reloj y muy amable me dio la hora… pero no le entendí nada. Creo que es tardísimo. Por eso todos están bravos conmigo. Me toca volver a bajar, porque no soy cuerpo glorioso y tengo que orinar, en la calle. Voy a dejar la chaqueta aquí con la maleta porque con ellas no puedo hacer nada y ya no aguanto más, así me congele. Que no se me cierre la puerta te lo pido por favor Dios mío…
Lo logré, no me vio ningún policía, aunque pensé que lo mejor que me podría pasar es que me deporten por escándalo público, pero no tuve tanta suerte.
Estaba preparándome para dormir en las escaleras y llegó una pareja joven del apto 5. Ella se estaba comiendo un banano… traté de explicarles que yo venía de Colombia a vivir donde Jeane Adkins del apartamento 4 y que nadie me esperaba y que no sé qué día ni qué hora es y que por favor me ayuden y le señalaba el banano para decirle que es muy probable que sea de mi tierra. Les hice señas para que me prestaran el teléfono pero se hicieron los que no entendieron nada y se entraron aterrados. Aquí quedé otra vez, con la joda esta de la luz que es automática y hay que prenderla cada dos minutos porque se apaga sola, al principio yo pensaba que era la viejita brava y gritaba ¡no, plis, no! Tampoco me dijeron si conocen a la Jean esa, por lo que a veces pienso que esta no es la casa.
¡¡Me entraron!! al ratico salió el marido, con ella detrás furiosa, y me hicieron señas para que entrara. Me dejaron en esta sala con la maleta y echaron llave por fuera. Él no quería encerrarme, pero ella alegaba con las llaves en la mano. Creo que el encierro es por esas muecas que le hice por el banano…
Hay un teléfono, con candado. Estoy recostada en el sofá, y al lado, en el apartamento 4, suena y suena el teléfono… ¿Quién más va a ser a esta hora sino ustedes? ¡Aquí estoy, aquí estoy, papi aquí estoyyyy!!!
Continuará….
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