Camilo Vallejo


En Estados Unidos, si el congreso no se pone de acuerdo en aprobar el presupuesto del presidente, se da un cierre de operaciones del gobierno: un ‘shutdown’. Algunas oficinas dejan de trabajar y las más indispensables se mantienen abiertas, pero con algunos funcionarios sin sueldo. Puede durar así todo el tiempo que se gasten hasta encontrar un acuerdo entre los congresistas.
Es una situación traumática, pero esa es la idea. Eleva el costo institucional de los desacuerdos fiscales entre los órganos de poder. Además deja claro que un presupuesto sin aprobar es, además, un mensaje sobre el estado del poder.
En Colombia, nuestro ‘shutdown’ es más político que operacional. Sin embargo, en estos mismos términos se puede decir que el hundimiento del presupuesto de Manizales es, además, un mensaje sobre el estado de la política de la ciudad.
Con la desaprobación de su presupuesto en el Concejo, la ley colombiana no obliga a que la Alcaldía deba cerrar sus oficinas. Como lo vimos, incluso pudo adoptar sus finanzas por decreto, con algunas restricciones. Sin embargo, de ninguna manera podrá escapar a los mensaje políticos que le deja este tropiezo.
Primero, le queda un mensaje de que los cables aéreos, el sistema integrado de transporte o la conectividad peatonal y de bicicleta, aún no son bien recibidos por la política como ejes de inversión. A juzgar por lo que dijeron algunos concejales, todavía falta mostrarlos con más madurez. Con datos y documentos sobre el estado real de sus estudios, sus diseños y sus acuerdos con el gobierno nacional. Al aprobar los recursos, falta presentarlos más allá de las piezas promocionales y las campañas.
Este mensaje le advierte al gobierno, ante todo, que las resistencias a esta agenda de sostenibilidad le están apareciendo muy temprano. Se sabe que este camino, que apenas arranca, incomoda privilegios y suele ponerse más difícil a medida que más avanza.
El segundo mensaje es de castigo. El gobierno deberá revisar el impacto político que dejó su baja ejecución del presupuesto en este 2020. Se castigó el no invertir. Se castigó un ahorro que parece más una falta de gestión. Se castigó no haber encontrado fórmulas para que las políticas de transparencia impulsen la inversión con certezas, en lugar de llenarla de miedos. Se castigó que una prioridad excesiva en la movilidad sostenible pueda estar dejando sin oxígeno otras necesidades de la administración.
Tercero, la Alcaldía recibe un mensaje del tipo de Concejo que tiene este periodo. Un cuerpo en el que ya no reina el unanimismo. Con una bancada de oposición que conoce la ciudad, que sabe cómo dar golpes de opinión, que se mueve para que el foco esté siempre en el presente y no en el pasado. Con unos concejales de gobierno a veces sin fuerza, a veces intrascendentes, a veces poniéndose a salvo para que las críticas al gobierno no termine por arrastrarlos. Con algunos concejales con márgenes de independencia y con posturas inesperadas, difíciles de cambiar, soportadas más allá de los partidos o las bancadas.
El alcalde podrá insistir en que no ha querido tener una relación tradicional y de dádivas con los concejales. Tendrá que demostrarlo con más que la primera derrota. Pero después de esto deberá reconocer que, sea como sea, este no es el mismo concejo que conoció.
En 2018 y 2019, el gobierno de Trump sufrió dos ‘shutdown’ por la falta de acuerdo en el Congreso sobre sus presupuestos. En especial por la inversión para la construcción del muro en la frontera con México. Hubo cierre de operaciones por algunas semanas.
En ese momento, Benjamin Wallace-Wells, periodista de The New Yorker, dijo que el mensaje del ‘Shutdown’ era sobre “quién llega a ser estadounidense” (‘The Shutdown is about who gets to be an american’). Se refería a que el desacuerdo mandaba un mensaje contra la política de inmigración del gobierno.
Otros opinadores anti-Trump jugaron con esas palabras y dijeron que el ‘Shutdown’ se trataba sobre “qué significa ser estadounidense” (‘The Shutdown is about what means to be an american’). Creían que el desacuerdo presupuestal era un mensaje más amplio, que le recordaba al gobierno qué era ser estadounidense en realidad.
Este ‘shutdown’ en Manizales no es solo sobre qué tipo de movilidad o reactivación queremos. Es quizás sobre qué significa realmente ser un gobierno verde y sostenible en la ciudad.
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