Camilo Vallejo
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Una piscina de olas sin agua, en Yopal: 10.300 millones de pesos. Un frigorífico que nunca enfrió, en Arauca: 8.000 millones. En Aguazul, una planta para el procesamiento de yuca, por 6.700 millones, y otra para la pasteurización de leche, por 1.800 millones: ambas en una zona sin cultivos de yuca ni hatos lecheros para poder encenderlas.
Los de Yopal, Arauca y Aguazul eran proyectos trágicos con los que desde este centro andino juzgábamos el uso de las regalías. Lo hacíamos con algo de sorna y con preocupación lastimera por esos lugares. En ese entonces, estas regalías iban solo a los departamentos y municipios con presencia de explotación minera o petrolera, entre ellos los más fronterizos y abandonados. Así, los lugares “lejanos” ponían el espectáculo y el “centro” criticaba y pontificaba.
Pero vino la reforma de 2012. Todas las regiones pudieron participar de estos recursos, incluso sin tener minería. Presentaban proyectos a un órgano denominado por su sigla como OCAD, el cual decidía técnicamente el curso de los dineros. “Repartir la mermelada” decía el ministro de hacienda de entonces y con eso acuñó el término que hoy ya sirve para describir cualquier repartija pública.
Entonces, en departamentos como Caldas, nos cayó en las manos esta alcancía gorda. Y ahora nada nos salva de que después de 10 años corramos el riesgo de terminar también con la misma suerte. ¿A cuánto estamos en Caldas de algún proyecto trágico? Es posible que cerca, es posible que lejos, pero seguro ya empiezan a aparecer síntomas que deberían alertar.
En el 2018, el Índice Departamental de Competitividad mostró a Caldas como el tercer departamento más competitivo. Ahora bien, se habló poco que dentro del pilar de “Instituciones”, quizás el menos revisado, aparecía un criterio de medición sobre la transparencia en el uso de regalías. Caldas aparecía de último, puesto 27, con el indicador en cero. Debajo de absolutamente todos los demás departamentos, incluso aquellos de los proyectos trágicos. A hoy no existe una declaración pública detallada que explique lo que pasó en ese momento.
En 2019, en este criterio el departamento pasó al puesto 23. En 2020, ya estaba en el puesto 10. Una mejoría después de la alerta que dejó el lugar vergonzoso de 2018.
En el Observatorio de Transparencia (OTRA) de la Universidad de Manizales hicimos alianza con la Corporación Cívica de Caldas y Transparencia por Colombia. Quisimos construir metodologías ciudadanas para ver por cuenta propia lo que está pasando con las regalías en Caldas. Comenzar a proponer mejores prácticas y movilizar una cultura ciudadana que también controle este tipo de recursos.
A manera de piloto, rastreamos 11 proyectos de regalías que se presentaron en Caldas para la atención de la pandemia. Pueden consultar el informe acá: https://bit.ly/3bk4z3r. 6 de los 11 proyectos presentaron “banderas rojas”, es decir, alguna alerta de riesgo considerable.
Entre esos, el riesgo más común fue que, al mes de agosto (fecha de la muestra), sus avances estaban quedados de acuerdo a los plazos planeados. Se alertó sobre dos proyectos en La Dorada, uno para atención a la población minera, otro para fortalecer el sistema de salud. También sobre un proyecto en Aguadas, otro en Marmato, otro en Supía. Finalmente el más grande, por 9.800 millones de pesos en regalías, de la Dirección Territorial de Salud, que presenta el atraso más significativo en su avance.
El otro riesgo común fue la deficiente publicación de los datos en el sistema de información del mapa de inversiones administrado por el Departamento Nacional de Planeación (DNP). De los 11 proyectos, al menos 5 tenían información sin publicar, lo cual atenta contra la transparencia.
El sistema de regalías fue otra vez reformado en 2020. Algunas voces criticaron que se reducía el rol de los OCAD y del DNP y se aumentaba la discrecionalidad de los gobernadores (https://bit.ly/2ZBqkZX). Todo para que el dinero fluyera rápido en esta urgencia por reactivar. Pero todo también bajo el riesgo de capacidades de ejecución y transparencia que seguimos sin mejorar. Además, en un contexto de campaña electoral, sin la misma Ley de Garantías de antes y con una Contraloría repleta de cuotas políticas de los poderes regionales.
¿Qué tan cerca estamos de tener nuestro propio proyecto trágico con regalías? Ojalá lejos, pero las banderas rojas de los datos ya afanan.
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