Camilo Vallejo
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Si la guerra es la política por otros medios, las elecciones no son más que la guerra volviendo a sus medios de siempre. Que me perdone Carl von Clausewitz, quien planteó apenas la primera parte de esta idea. Debe ser que él conocía mucho sobre cómo trabajaban los políticos pero poco sobre cómo se harían elegir. Por eso le quedó faltando el otro pedazo, el que vuelve y equipara a los medios de las elecciones con los de la guerra.
Porque acá nosotros y nosotras, en este tiempo, sí que sabemos cómo es que se eligen algunos políticos. Con la guerra de las elecciones. Destruyendo, jugando a dañar, calculando cómo le sacan un precio barato a las bajas colaterales. Puede que la política sea el debate y los acuerdos, pero les digo que con las elecciones en Caldas… dos meses más y nos acaban. Y como en todas las guerras, lo que muere, como bajas colaterales, son la verdad y la sociedad civil.
“Acá los únicos que perdimos fuimos los que informamos y opinamos”, dijo el 13 de marzo el columnista Alejandro Samper, en plena transmisión de resultados electorales por la emisora UMFM. Lo decía en el momento exacto en el que entendimos que los bandos en guerra en Caldas, después de tanto fuego cruzado habían ganado pedazos iguales de Congreso. Tenía razón. No importa cuanto periodismo, cuanta sociedad civil, siempre ganan, sean verdes o rojos, sean los del alcalde o del gobernador.
Pero es que tiene todo el sentido. En esta contienda nunca faltó, pagada con los millones de los financiadores de campaña, la estigmatización contra quienes disentíamos, criticábamos o informábamos en contrario. También para quienes quisiéramos hacer ver que ni blanco ni negro. Siempre hubo contra nosotros una verdad a medias, una falsedad, un hostigamiento articulado de cuentas recién paridas.
El ataque premeditado del candidato electo por el Partido Verde, Santiago Osorio, contra el periódico La Patria, encuadra bien las bajas colaterales en la verdad y la sociedad civil. Con mucho a medias, con falsedad y con hostigamiento digital buscaba destruir las dos instituciones al tiempo, representadas en el medio que días antes había dejado en evidencia el método ilegal con el que parece que se consiguieron varios de sus votos.
Algo parecido a lo que intentó hacer el delirio de persecución que activaron Mario Castaño y Octavio Cardona una vez la revista Semana publicó sobre la captura de Las Marionetas y una vez La Patria produjo un seguimiento diario del caso. “Están utilizando la justicia con fines perversos”, dijo el senador.
¿Quiénes la utilizan? ¿La sociedad civil en su derecho a controlar a sus gobernantes? ¿Los medios en su derecho a informar?
Los principales actores de cualquier guerra, como la electoral, invierten muchos recursos y deben más favores todavía. No están para ponerse a arriesgar con terceros que se interpongan, así sean medios y sociedad, el sustrato esencial de lo que dicen representar. Entonces afirman crear líneas directas con una ciudadanía que se inventan, que no existe, si mucho son apenas resonadores ya cautivos por otro medios menos bonitos. Con videos de libreto, preproducidos, en los que no responden las preguntas difíciles sino que se hacen las fáciles. Creen que pueden saltarse los filtros de la opinión que contrapregunta y debate, y el de la organización civil, que es escéptica y demanda concertación.
¿Ya acabaron? ¿Ya llegaron? ¿Satisfechos? Pues háganse para allacito los elegidos, que tenemos que limpiar. Recogernos de los escombros. Porque la fiesta fue suya pero la casa sigue siendo nuestra. No se preocupen por ayudarnos. Ya sabemos que las súper denuncias de uno contra el otro acá terminan, empieza el “hagámonos-pasito”. El “Museo de la promesas incumplidas” de Osorio Marín ya está guardado en cajas y el “Venga le cuento” de Cardona ya se va perdiendo entre las redes. No es la primera vez que nos toca recuperarnos de unas elecciones, aunque preocupa esta sensación de estar perdiendo cada vez más. En Caldas ya apenas vota el 47% de ciudadanos y en Manizales lo hace el 52%. Nunca antes se vio tan claro que los ganadores son solo representantes de la inmensa minoría.
Entre bambalinas: De los elegidos rescato las campañas de Guido Echeverri y de Juan Sebastián Gómez. Sus estilos de campaña hablaron de líderes dispuestos a poner las garantías de la sociedad y de los medios por encima de sus consignas.
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