Camilo Vallejo
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En el año 2021, de todo el monto de recursos que la Gobernación de Caldas y la Alcaldía contrataron con personas jurídicas, solo el 25% fueron a parar a aquellas domiciliadas en la Cámara de Comercio de Manizales. Fue el 40% del total de recursos en la Gobernación y el 18% en la Alcaldía. El resto terminaron en sociedades de otras regiones. Esto sin contar aquellas sociedades que conformaron consorcios o uniones temporales.
En 2020 se alcanzó un porcentaje realmente bajo en la Gobernación, con un 17%. Mientras que en 2019 ya se había tenido otro bajo en la Alcaldía con un 22%.
Lo que más llamó la atención fue que de todos los recursos que la Gobernación y Alcaldía contrataron con personas jurídicas de Manizales en 2021, solo 23% se fueron a empresas. Es decir que, para tener al Estado como cliente, no parece buena idea fundar una empresa en Manizales. Parece mejor crear otro tipo de sociedad. Se ve, al final, como efecto de la animadversión o poco interés que tienen nuestros gobiernos de hacer procesos licitatorios, que es el ambiente competitivo natural de las empresas.
Estos son resultados de la última investigación que hicimos en el Observatorio de Transparencia de la Universidad de Manizales. Se puede consultar en este enlace: https://bit.ly/3J0KGhB. Fue apoyada técnicamente por Open Contracting Partnership y financiada por la embajada británica.
Esta preocupación de cuánto participan las empresas locales parece una preocupación reciente. Recordemos que desde enero de 2021 aparecieron varias discusiones entre opinadores y los gobiernos locales por contratar proveedores de otras regiones. Un comportamiento que en realidad no era muy distinto al de años anteriores. La diferencia era una sola, que la pandemia había despertado, más que nunca, el interés de irrigar la economía local con los erarios locales.
Se trataba de reanimar una idea de la economía que uno no termina de saber si es vieja o nueva. Esa que dice que, en momentos de crisis, la inversión pública local debe quedarse en la economía local. Sin embargo, creo que también se trata de un momento de “iluminación convaleciente”. De esa que nos atrapa cuando empezamos a salir de la enfermedad.
Me explico. “La convalecencia (...) se inicia en la etapa en que han desaparecido los síntomas que caracterizan a la enfermedad y termina en la etapa en que se restablece plenamente el ejercicio libre y habitual de las funciones que constituyen la salud”. Esto escribió un tal Hyacinthe Dubranle en su tesis de medicina en 1837, en París.
A partir de esta cita icónica, la convalecencia se hizo relevante para la filosofía. Se ha retomado por distintos pensadores (pienso en Charles Lamb) como un estado de tránsito ideal para la contemplación y la reflexión. Los síntomas van cayendo mientras el cuerpo y la mente van viviendo la semilla de un nuevo despertar. El trance de volver a caminar, a ver, a hablar. De volver a salir de la casa, a la presencialidad. Todo eso casi que vuelve a presentarnos el mundo. Vemos gigante lo que antes ni veíamos. Vemos diminuto lo que antes se nos hacía indispensable.
Empezando este trance de superar la pandemia, parece que las pocas oportunidades de las empresas locales para contratar con el Estado empiezan a ser una revelación. Ya hay quién financie investigaciones sobre esto, hay preocupados, hay interlocutores.
La salida no es la de exigir que nos contraten a dedo solo por ser de la ciudad. Ni es justo, ni es eficiente y al final solo busca crearnos un monopolio. Las soluciones tendrán que irse construyendo, primero, desde lo privado: en la idea de que tengamos empresas cada vez más fuertes y sólidas para competir en las ofertas al Estado, incluso por fuera de la ciudad. Segundo, desde lo público: gobiernos que planeen con buenos estudios de mercado local para invitar con acertividad a empresas de la región que quieran licitar.
En lo primero, esperamos ver cada vez más apuestas gremiales y sectoriales para fortalecer sus cadenas de producción local en la oferta al Estado. En lo segundo, se ven algunos avances desde las oficinas de transparencia de la Gobernación y la Alcaldía. Aunque todavía parecen solitarias, con poco presupuesto, en un trabajo que requiere personal experto en compras y suministros, que poco existe, y que necesita mejor voluntad de las oficinas jurídicas.
Esta convalecencia algo despertó.
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