Camilo Vallejo

Han sido días para seguir revisando que el conflicto social tiene más salidas en la conversación y el diálogo que en la fuerza. Una época para pensar que la ansiedad
securitaria, esa obsesión con la fuerza del Estado, sí tiene otras opciones en este país de contiendas a las malas y a las balas. Se me ocurre opinar en tres actos.
1. La ansiedad securitaria nos hace hablar de orden público, de contrainsurgencia, de enemigos internos, de autodefensa, apenas en un momento de protesta social. Cuando se da el conflicto entre derechos, por la marcha o el bloqueo, la justicia llama a poner ponderación y proporcionalidad entre las libertades que deben coexistir. Sin embargo, la ansiedad securitaria piensa en resolver a punta de fuerza, en el pulso que deje a gusto al que pueda definir que lo primero es él primero.
La ansiedad securitaria juega al esoterismo, a la adivinación. Anuncia que habrá una hecatombe en el futuro si no hacemos ya, si no decimos ya, si no votamos ya. Entonces, durante todo el presente, nos la pasamos justificando el “mal menor” que hicimos, el “mal necesario” que dijimos, el “voto útil” que dimos. Como los 6.402 falsos positivos para evitar la (posible) toma del poder de las Farc: esa (posible) hecatombe futura que terminó por devorarse, insaciable, cualquier presente.
Es que esa catástrofe futura está inventada para ser apenas una posibilidad. No aquella que puede ocurrir o se puede evitar. Es la posibilidad que existe en la postergación permanente del puede haber sido, podría haber pasado, hubiera podido suceder, habría podido tener lugar. Es lo improbable de lo indefinido, como el futuro de los horóscopos que no depende de si se puede probar o negar, sino de que sugestione lo suficiente.
La violencia en nombre de la seguridad ha sido mucha, hasta con muertos por armas oficiales y de autodefensas. Aún así, a la ansiedad securitaria le ha costado más extenderse entre la ciudadanía y parte de los gobiernos. Ya no se vende igual. Los bloqueos se levantan más desde el diálogo, el antídoto contra los desmanes ha estado más en la mediación y los acuerdos para la protesta pacífica. Algunos gremios y gobernantes han visto que la palabra “seguridad”; tiene más sentidos cuando se conversa sobre cómo “asegurar”; derechos de educación y empleo a los jóvenes que marchan.
2. Insisto con la comuna San José de Manizales y su gente. Entre ellos habita nuestra tragedia y nuestra redención.
Hace un par de años nos contaban cómo las niñas de la comuna caminaban de su casa al colegio entre las ruinas y los lotes vaciados que dejó la corrupción del macroproyecto de renovación. Sin alumbrado, sin andenes, sin espacio público, con la soledad de un barrio desplazado: un tránsito de las más vulnerables entre los mayores riesgos.
La comunidad se ha unido para pedir seguridad. Sí, seguridad. No tanto desde la policía sino desde una acción del Estado que repare al barrio. Ellas y ellos cumplieron con las formas que dicen ser las buenas formas: derechos de petición, tutelas, acciones populares, de cumplimiento, hasta un cabildo abierto al que el alcalde del momento ni asistió. Todo para ver si las niñas pueden volver a caminar seguras por el barrio.
Hoy parte de la comunidad de San José protesta en la calle. Cantan, arengan y bailan en la mitad de alguna vía en nombre de la seguridad de sus hijas. Ya el filósofo Etienne Balibar había recordado que, aunque son dos caras dependientes del mismo principio, una cosa es la seguridad del Estado (sécurité) que enarbola la ansiedad securitaria, y otra cosa es la seguridad de los derechos (sureté) que encarna la protesta de San José.
3. Durante el encierro de pandemia, el caricaturista chileno Alberto Montt dio vida a su nuevo personaje, Ansiedad. Una criatura intensa, con la misma forma del coronavirus pero de color rojo. La editorial Planeta acaba de publicar la recopilación de este cómic.
Una mujer cuenta que le salió una mancha en la pierna. Suena grave, se preocupa Ansiedad. Lo mismo dijiste la vez pasada y no fue nada, responde aquella. Pero esta vez sí suena grave, insiste Ansiedad. Eso también dijiste la vez anterior, revira la mujer. Pero alguna vez voy a estar en lo cierto, cierra diciendo Ansiedad. Ese “alguna vez” tiene cura y está moviendo al país.
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015