Camilo Vallejo


Hemos tenido días con mucho bombo. Tanto la Gobernación de Caldas como la Alcaldía de Manizales nos han contado por todos los parlantes y todas las páginas sus buenos resultados en transparencia en el Índice de Desempeño Institucional (IDI) que mide el Departamento Administrativo de la Función Pública (DAFP).
Es algo de destacar y reconocer. Sin duda. Caldas logró continuar un proceso más allá del cambio de gobierno, el cual hoy tiene a la región en el tercer lugar de la medición entre los demás departamentos. Manizales empezó a demostrar que sí era una política necesaria y urgente porque la ciudad venía mal y hoy está en el octavo puesto entre las capitales, después de varios años por debajo del décimo. Esto hay que celebrarlo, como cualquier otro indicador positivo de calidad de vida que solemos celebrar en la región.
Sin embargo, lo bueno de que los gobernantes se den champú con la transparencia es que hace hablar del tema, incluso de manera más informada. Y al hablar del tema salen siempre preguntas para ir más allá y darse el gusto de no estar satisfechos.
¿Qué es lo que ha llevado a que los gobernantes se hagan tanto bombo con la transparencia? Me arriesgo a dos hipótesis por ahora. Primero, que en un entorno de tanta desconfianza con lo público, los indicadores de transparencia se convirtieron en una vía rápida para querer reconquistar a la ciudadanía y a los futuros electores, y así asegurar golpes de opinión favorables. Segundo, que estos indicadores de transparencia, que apenas califican algunas dimensiones en la lucha contra la corrupción, son fácilmente utilizables para vender también como logro lo que es deuda en otros frentes. Esto último entendiendo que la transparencia es apenas una de las variables en las apuestas anticorrupción.
Me explico. La Alcaldía y la Gobernación tendrán que reconocer que el IDI no evalúa aspectos en los que también nos gustaría que se dieran un champú y sobre los cuales reciben fuertes críticas. Por ejemplo, en lo contractual, no se evalúa el número de licitaciones y selecciones que se adelantan con uno o dos proponentes, tampoco el número de prórrogas y adiciones que se permiten ante problemas de planeación, mucho menos el aumento desproporcionado e injustificado de contratos directos de un periodo a otro, ni el aumento de ejecución presupuestal a través de empresas mixtas con regímenes especiales que se saltan la competencia entre proveedores, precios y calidades. Necesitaríamos un indicador distinto, quizás propio, para tener esta conversación igual de necesaria.
Por otra parte, en lo institucional, las entidades descentralizadas en el IDI se miden aparte. Es decir que la Gobernación va bien, pero en entidades como la Territorial de Salud, Inficaldas, Empocaldas y Promueve Más se ven resultados distintos en la medición. También es decir que la Alcaldía puede ir mejorando, pero en el Instituto de Cultura y Turismo, en Aguas de Manizales, en el Cable Aéreo y la ERUM el indicador es bien diferente.
Incluso dentro de la misma medición IDI quedan cosas por mejorar. A la Gobernación le queda trabajo pendiente en mejorar la gestión de los conflictos de interés de sus funcionarios y de su declaración de bienes y rentas. Es posible que su Oficina de Gobierno Abierto requiera más apoyo.
Por otra parte, la Alcaldía debe mejorar en la divulgación de información, un aspecto en el que quedó en el puesto 12. Una prueba de que publicitar no necesariamente significa transparentar mejor. Un lunar por atender ahora, cuando reciben críticas por no revelar información de obras y proyectos estratégicos. Ahí tiene la ruta de trabajo la recién aprobada Unidad de Transparencia, que poco se ha socializado.
También para la Alcaldía queda un punto crítico en participación ciudadana. Quedó en el puesto 14 en rendición de cuentas, en el 21 en eficacia de la participación y en el 25 en diálogo permanente e incluyente. Una muestra de que la conversación (más grande) puede no estarse haciendo con los temas que son, ni en los tiempos que se necesitan, ni con los grupos de interés pertinentes. Ahí debe radicar la promesa de mejora de su Laboratorio de Innovación Social.
Entre bambalinas: Ojalá se reconociera más que estos resultados van mejorando con el empuje y la crítica constructiva que hace la sociedad civil. La Corporación Cívica de Caldas, por ejemplo, propuso el IDI para el Plan de Desarrollo de Manizales y ha luchado para que los gobiernos locales se midan en transparencia de manera seria.
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