En el perfil de mi cuenta de Twitter tengo desde hace algunos años la siguiente frase “Convencido que Caldas y Colombia se construye desde el sector rural”. Por eso en medio de esta inédita pandemia para nuestra época, se hace necesario recordar la siempre trillada reflexión que en las crisis es donde salen las mejores oportunidades. Si algo ha tenido consenso en los últimos meses es la importancia de proteger nuestro campo como fuente de alimento, de agua, de oxígeno, y de vida. Seguramente por eso llegue a que el acróstico de la palabra COVID es Campo Oportunidad de Vida, Iniciativa y Desarrollo. 
Como lo manifiesta en sus libros un referente del sector agropecuario y agroindustrial, Absalon Machado, es el momento que la ciudad le devuelva al campo lo que este le ha dado para su existencia. Se tienen que acabar las excusas del sector público, privado, y académico. Sí es posible tener en Caldas un sector agropecuario rentable y sostenible que proteja sus bosques nativos, que siembre agua, fortalezca su flora y fauna, y lo más importante, que valore y respete nuestra gente. Para que las nuevas generaciones se quieran quedar estudiando, trabajando y viviendo en el sector rural necesitamos un campo amigo, educado e innovador. 
En un campo amigo, el bienestar empieza por tener los puestos de salud adecuados en nuestras veredas y una red hospitalaria regional con todos los niveles de atención. Debemos actualizar los PBOT (Plan Básico de Ordenamiento Territorial) haciendo énfasis en los ecosistemas estratégicos (humedales, paramos, bosque tropical) y en las áreas que debemos destinar para la construcción de agrovillas cercanas a los lugares de trabajo que cumplan con todos los requisitos de saneamiento básico y de servicios públicos. La masificación de la banda ancha que hoy esta en el 12,3% nos debe permitir cerrar la brecha digital y lograr una mayor penetración de internet y una velocidad que posibilite estrategias de la importancia de la telesalud y teleeducación. Si hoy tuviéramos esto, nuestros niños del sector rural no irían a perder prácticamente un año académico en medio de esta pandemia. 
Esto nos transporta al mundo del campo educado, donde debemos avanzar a mayor velocidad para seguir mejorando en cobertura y permanencia, en calidad, la articulación con la educación básica y media, y una mejora del sistema institucional. La formación de nuestros jóvenes rurales debe ser pertinente para que este en línea con la especialización subregional de nuestro departamento. Todo esto junto a la implementación de un programa integral de asistencia y acompañamiento técnico por medio de paquetes tecnológicos que busquen mejorar la rentabilidad, sostenibilidad y competitividad del campo, haría la diferencia para que las próximas generaciones se sientan orgullosas de trabajar en el sector agropecuario. Seguimos insistiendo que el Parque Tecnológico de Villamaría debe tener un modelo de negocio sostenible para evitar que sea un nuevo elefante blanco y por eso vemos una gran oportunidad para crear una zona franca del conocimiento. Esto nos da la posibilidad de atraer inversionistas y seguir complementando las capacidades para convertir a Caldas en un hub de innovación y desarrollo tecnológico que aporte al sector Bio para poder darle un valor agregado único y distintivo a nuestros productos y así llegar al campo innovador. 
Un campo amigo, educado e innovador hará posible que las actuales y nuevas generaciones se quieran quedar en el sector rural y además que logremos el fenómeno de migración de la ciudad al campo. Ahora el reto es: ¿Cómo vamos a trabajar en asociaciones o figuras similares para fortalecer los pequeños productores? ¿Qué vamos hacer para que tengan todas las prestaciones sociales? ¿Qué vamos hacer con más del 70% de nuestros campesinos que jamás han cotizado y que jamás tendrán una pensión? Y una última duda para algunos colegas del sector agropecuario: ¿Qué porcentaje de las empresas del sector agropecuario les pagan a sus empleados las prestaciones sociales?