Comunicarse vía celular u otro medio tecnológico con cualquier persona en cualquier parte del mundo es facilísimo, lo mismo que hacer cualquier tipo de transacción financiera. El mundo está globalizado. Viajar por negocios a Europa o al Asia es muy normal. Los desplazamientos duran menos de una semana y en muchas oportunidades es más el tiempo que se pasa en el avión y en los aeropuertos que en las reuniones. Con toda esta movilidad fue muy fácil que un virus que se originó en China a finales del mes de diciembre, ya esté regado por el mundo y lo tenga totalmente paralizado.
Con respecto al manejo de la enfermedad se han presentado dos propuestas por parte de los gobernantes. La primera fue la que impulsó China y que copió muy bien Corea del Sur, que consiste en el enclaustramiento de la comunidad. Una cosa es encerrar en término de horas a una población en culturas y disciplinas como las orientales y otra en Europa donde se estableció la cuarentena de manera lenta y progresiva. Inglaterra no quiso encerrar a la comunidad inicialmente, pero tuvo que corregir el camino sobre la marcha. Al día de hoy están contagiados en ese país su primer ministro y el príncipe Carlos, heredero de la corona.
América tuvo las dos propuestas muy marcadas. El presidente Trump, quiere preservar la economía, por lo que no ha ordenado la cuarentena a sus gobernados. EEUU está desbordado en contagios y en algunos Estados sus gobernantes han desobedecido a su presidente. Ese país ya superó en contagios a China y hay ciudades como Nueva York que pasó a ser considerada la Wuhan de occidente. Bolsonaro, presidente de Brasil, fiel seguidor del estilo de Trump, tampoco ha estado interesado en ordenar cuarentena a la comunidad y considera que el virus es una “gripecita”. Esperemos a ver hasta cuándo aguanta.
Caso especial es el presidente de Méjico que mostró su estilo demagógico y folclórico burlándose en público de la enfermedad y muy lentamente ha ido tomando decisiones. Es totalmente claro que tal como están las cosas, con restricciones de desplazamientos a la comunidad o sin ellas, el virus va a golpear muy duro a la humanidad.
Los demás países de América han sido conscientes del reto que tienen para enfrentar la enfermedad y han tomado medidas muy drásticas. La decisión es salvar vidas. La labor ha sido titánica, lamentablemente el virus tiene una gran capacidad de contagio y según dicen los expertos la única solución para evitar que éste se propague rápidamente, es entrar en cuarentena y evitar cualquier contacto social, lo que en nuestro medio es muy difícil, pero al menos se está haciendo la tarea.
El manejo de la enfermedad es muy complicado. Se dice que después de la tempestad viene la calma y que en ese momento empiezan a aparecer las ayudas y especialmente los voluntarios para atender a los damnificados. El Coronavirus va a tardar más tiempo del esperado en pasar y por las complicaciones que presenta la enfermedad, es muy poco lo que pueden hacer los voluntarios para colaborar a los damnificados, que en este caso son los que se quedaron sin empleo y no tienen con qué satisfacer sus necesidades básicas.
Son varios los problemas que presenta este virus. Entre ellos se resalta la facilidad de contagio de la enfermedad y el problema de la garantía de una seguridad alimentaria a la población. Como poco pueden hacer los voluntarios, mucho pueden hacer los solidarios. Actualmente hay muchas entidades y personas solidarias que están haciendo actividades para atender el problema. Igualmente, la alcaldía de la ciudad lanzó el programa Manizales Súper Solidaria donde y entre otras entidades, a través de Obras Sociales Betania se están recogiendo recursos para poder atender a las familias que por el toque de queda están pasando necesidades. Son muchas las familias damnificadas y para poder ayudarlas y colaborarles se requiere de la solidaridad de toda la comunidad.
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