Con respecto al coronavirus nos encontramos en lo que se denomina la fase de aceleración y esto se puede observar con el crecimiento de los contagios que se están dando en los últimos días y es por esto que se espera que el denominado pico se dé en nuestra ciudad para la segunda semana de octubre,  con una alta probabilidad que nos llegue a pasar lo que está sucediendo actualmente en Pereira, donde las UCI están llegando a su tope y el nivel de contagios duplica al de nuestra ciudad.  
En medio de este panorama, Manizales está activa y comercialmente funcionando.  Lo delicado es que aunque el sector comercial está cumpliendo con los protocolos de bioseguridad, la reapertura está trayendo consigo un efecto mental muy fuerte en la comunidad, porque la ciudadanía está convencida que el virus ya se fue.
En la pasada celebración del día del amor y la amistad, se realizaron fiestas y reuniones  donde, en la mayoría de los eventos, no se cumplían los protocolos. El Bosque Popular fue ampliamente visitado y, lo que en mi opinión fue un exceso en los actuales momentos, el domingo volvió la ciclovía, que fue muy disfrutada por la gente; lo mismo sucedió con la ciclovía nocturna del pasado jueves.  Sin lugar a dudas es muy importante la reapertura económica, pero ésta tiene que ser manejada con mucho cuidado y juicio para que no nos vaya a suceder que nuevamente nos tengamos que confinar - como en algunos países europeos-, lo que sería catastrófico para nuestra ciudad.
Para la reactivación económica nuestro alcalde tiene contemplados tres pilares.  El primero, la construcción de la planta de tratamiento de aguas residuales, conocida como la PTAR, cuyo proyecto se esperaba que empezara a construirse a finales de este año, pero que por efectos de su licitación tendrá, en principio, un aplazamiento de tres meses. Su construcción debe tardar dos años y tiene un costo estimado de 150.000 millones de pesos.
El segundo es el sistema estratégico de transporte, que tiene un costo estimado de 500 mil millones y su primera fase es la construcción de la tercera línea del cable aéreo, que va desde el terminal de transporte  al sector de El Cable,  con un costo estimado de 145.000 millones de pesos. El tercero consiste en la construcción y adecuación de parques y espacios públicos de la ciudad y la esperada construcción del aeropuerto de Palestina.
Proyectos que suenan muy interesantes. El problema es que la mayoría de los recursos para su construcción dependen del Gobierno Nacional, por lo que se requiere especialmente en los actuales momentos de una gran capacidad de gestión por parte de la administración municipal.
En medio de este panorama de pandemia y de reactivación, el alcalde, a escasos ocho meses de su gobierno, tomó la decisión de reorganizar la casa y hacer un cambio en su equipo de gobierno. Siendo la construcción de la PTAR un proyecto esencial, tanto económica como ambientalmente para la ciudad, decidió cambiar  al gerente de Aguas de Manizales, quien lo había acompañado desde el empalme de su administración y le ayudó a reestructurar la licitación que se tenía elaborada por la anterior administración a los intereses del alcalde. Y la gerente de Infimanizales se retira de su cargo a finales de este mes, y era quien lideraba la construcción de la tercera línea del cable aéreo.
El alcalde está en todo su derecho de hacer los cambios que considere necesarios en su gabinete y nosotros, los ciudadanos de Manizales, sus gobernados, tenemos que estar esperanzados y atentos a que los cambios que ha realizado, sirvan para que pueda ejecutar su programa de gobierno y contribuyan especialmente para la recuperación económica de la ciudad en estos momentos tan delicados.