Lo peor que le puede pasar a una comunidad es entrar en pánico. En los actuales momentos que estamos viviendo no nos podemos dejar llevar por nuestros miedos y temores. Afortunadamente las decisiones que han tomado los gobernantes han sido las apropiadas y en medio de la coyuntura y de las grandes dificultades que tenemos se ha ido sorteando la situación hasta el momento.
El mundo entero está pegado de su celular y demás equipos tecnológicos informándose o en muchas oportunidades desinformándose y lo más complicado “empanicandose” con lo que está sucediendo. En este caso el exceso de información es contraproducente.
De la noche a la mañana el país y nuestra ciudad cambiaron radicalmente. Hace un mes a nadie le cabía en la cabeza que las calles de Manizales iban a estar desoladas, que los centros comerciales estarían cerrados, que se restringiría la posibilidad de ir a los supermercados y lo más impactante, que la comunidad se tuviera que quedar en sus casas sin poder salir a ninguna parte.
En escasas tres semanas la vida nos cambió. Se impuso el “teletrabajo”. Todas las reuniones sociales y empresariales son virtuales. Las salidas a la calle son esencialmente para hacer vueltas bancarias, reclamar medicamentos y comprar mercado. En términos generales en nuestra ciudad se ha respetado la cuarentena.
El gobierno nacional estableció que para evitar aglomeraciones los medicamentos serían entregados preferencialmente a los adultos mayores en sus casas, lo que se ha cumplido parcialmente. Las filas para reclamar medicamentos y para hacer trámites bancarios son largas y eternas. Filas que pueden convertirse en un foco muy importante de contaminación.
En un mundo totalmente “virtualizado” no se entiende como no se han emprendido acciones las EPS y los bancos para evitar que las personas tengan que ir a sus establecimientos a hacer sus trámites. En esto estas entidades han perdido el año. Lo que sí contribuyó mucho para bajar las aglomeraciones en los supermercados fue la medida del pico y cédula.
Afortunadamente en estos trámites largos y tortuosos las personas han tomado consciencia de cómo debe ser su comportamiento. En las filas se respeta la “distancia social” de los dos metros y todo el mundo usa tapabocas lo que contribuye a evitar contagios. Lamentablemente algunos no lo usan en la debida forma.
El problema más delicado sigue siendo la atención de los que no pueden hacer teletrabajo, grupo al que corresponde la mayoría de las personas y del que hacen parte los vendedores ambulantes, trabajadores independientes y dueños y empleados que trabajan en tiendas y almacenes, quienes se quedaron sin recibir ingresos y sin cómo llevar alimentos a sus casas. Hay muchas ayudas generosas de la comunidad, y el gobierno local y nacional están haciendo su mejor esfuerzo, pero lamentablemente se quedan cortos. Preocupan las grandes dificultades que están padeciendo esta población.
Con los temores que se tienen, salir a la calle se ha convertido en toda una odisea. Las vueltas se realizan con la mayor rapidez posible y con mucho miedo. Por esto hay que agradecer el esfuerzo que están haciendo, por ejemplo, los empleados de los supermercados, de los bancos y de las empresas que tienen que atender a la comunidad.
Hay que reconocer y felicitar la labor que están haciendo la Policía y nuestras autoridades por el compromiso en la atención de la actual emergencia. Capítulo aparte merecen los trabajadores de la salud, que finalmente están poniendo el pecho cuando atienden a los afectados por el virus y que desafortunadamente han sentido el rechazo de algunas personas.
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