De los 1.100 municipios que tiene nuestro país, solo aproximadamente 250 municipios tienen agua potable, es decir el 22%. Pero la situación es aún más grave en lo relacionado con el manejo de las aguas negras. Los ríos que circulan por nuestras ciudades, después de atravesarlas, salen convertidos en unas verdaderas alcantarillas. Son muy pocas las ciudades que le hacen algún control y manejo a sus aguas negras.
El Municipio de Manizales fue conminado en el año 2008, mediante un fallo judicial, a tratar las aguas servidas y todo apunta a que para finales de este año se inicien los trabajos de construcción de la planta de tratamiento de aguas residuales, PTAR, de la ciudad.
La planta se construirá en el sector de Los Cámbulos, terreno que linda con la Terminal de Transporte, al frente de Villamaría. Esta servirá inicialmente para tratar las aguas vertidas por las viviendas construidas sobre la ladera sur de la ciudad y del sector industrial, y se espera que en un futuro no muy lejano, también se puedan atender las aguas provenientes de Villamaría. El valor de la planta se estima en 110 mil millones de pesos.
Para llevar las aguas negras de la ciudad a la planta se debe disponer de unos colectores e interceptores que van paralelos a la quebrada Manizales y al río Chinchiná, desde la zona industrial de Maltería hasta el barrio Estambul, de los cuales ya están construidos algunos tramos.
Desde mucho antes de que el fallo judicial ordenara el tratamiento de las aguas negras en la ciudad, diferentes administraciones municipales habían contemplado la construcción de la planta, sin lograr este propósito. La pasada administración tenía totalmente listo el proyecto, pero cuando fue a licitar su construcción, ya estaba elegido como alcalde el doctor Carlos Mario Marín, quien manifestó algunas dudas con respecto a los diseños y al sistema de contratación y solicitó que se suspendiera el proceso de licitación.
Siempre se ha dicho que si un alcalde no inicia durante su administración  la construcción de un proyecto, el proyecto queda  congelado. Son muchos los proyectos en nuestro medio cuyos diseños y estudios han quedado archivados por esta razón.
Afortunadamente esto no sucedió con la PTAR. Toda obra o proyecto es susceptible de mejorar, y el alcalde Marín y el gerente de Aguas de Manizales, recogieron los diseños propuestos por la anterior administración, y en una verdadera maratón, le hicieron las mejoras que consideraron pertinentes, sacaron a licitación su construcción y esperan adjudicarla el próximo diciembre. Todo apunta que con la ayuda del gobierno nacional esta importante obra esté en funcionamiento dentro de dos años y medio.
Los mayores aportantes de los recursos para la construcción de la planta son el gobierno nacional, Aguas de Manizales, Corpocaldas y el Municipio de Manizales. Le queda la tarea a Aguas de Manizales de conseguir los dineros requeridos para la construcción de las obras complementarias, que son los colectores e interceptores que faltan, que tienen un costo aproximado a los 40 mil millones de pesos.
Se espera que la PTAR entre a operar en el año 2023 y que atienda el 80% de las aguas provenientes del sector industrial localizado en Malteria y el 50% de las que se vierten en toda la ciudad. Después de que entre en operación quedará faltando atender las aguas provenientes del costado norte que son las que se tributan a las quebradas Minitas y Olivares. Su manejo y tratamiento tendrá que ser resuelto en un futuro, ojalá no muy lejano.
La construcción de la PTAR no solo servirá para la descontaminación del río Chinchiná, sino que la inversión de los 150 mil millones de pesos servirá, sin lugar a dudas, para la reactivación económica de la ciudad lo que es muy importante en los momentos que estamos viviendo.